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¡Descubre la fascinante exposición de Cartier-Bresson que te transportará entre la España Republicana y el Nueva York de los 70!

2024-11-05

Autor: Ana

Si los devotos de la fotografía tuvieran que elegir a un ícono indiscutible, sin duda, Henri Cartier-Bresson ocuparía ese trono. Nacido en Chanteloup-en-Brie, Francia, en 1908 y fallecido en Montjustin, en 2004, es conocido como 'el ojo del siglo XX' por su inigualable visión y la rica diversidad de su obra. Cartier-Bresson inmortalizó en su lente momentos históricos, abarcando desde la España de los años 30, pasando por las revueltas del Mayo del 68 en París, hasta la vibrante cultura de Nueva York en los años 70. En este 2023 se conmemoran dos décadas desde su muerte, y el centro de fotografía KBr en Barcelona rinde homenaje a su legado con una impresionante exposición que abarca toda su trayectoria: 240 fotografías originales, ya que el artista estableció que no se realizaran reproducciones tras su fallecimiento.

La exposición, titulada 'Henri Cartier-Bresson Watch! watch! watch!' en referencia a su famosa frase “Soy un hombre visual. Observo, observo y observo”, estará abierta al público hasta el 26 de enero de 2025. Esta interesante muestra fue organizada por la Fundación Mapfre junto con el Bucerius Kunst Forum de Hamburgo, una colaboración que resalta la importancia de su trabajo.

La vasta colección incluye imágenes emblemáticas que reflejan lo que él llamaba 'el instante decisivo'. Una fotografía icónica de 1932, 'Detrás de la estación Saint-Lazare', ejemplifica su maestría al capturar lo efímero, mostrando la fascinación por el momento que se gesta entre acción y contemplación. Su trayectoria comenzó con la publicación de su primer libro, 'Images à la Sauvette', que se tradujo en EE.UU. como 'The Decisive Moment', un título que se convirtió en sinónimo de su legado.

Entre sus obras, destaca un autorretrato singular de 1933, donde su pie asoma de un saco de dormir. A pesar de su monumental legado, Cartier-Bresson siempre prefirió mantenerse detrás de la cámara, rechazando ser el centro de atención, como evidenció en una ocasión al darse la vuelta durante una rueda de prensa.

Los inicios de Cartier-Bresson estuvieron marcados por el surrealismo, un movimiento que lo influyó enormemente. Disfrutaba de la compañía de artistas como André Breton y Salvador Dalí en los cafés de París, pero fue tras un viaje a África que decidió dedicarse plenamente a la fotografía. Su amigo Robert Capa lo guió hacia el fotoperiodismo, eligiendo convertir su pasión en un ámbito humanista que narrara historias de la gente.

Uno de sus primeros encargos llegó durante las elecciones generales de 1933 en España, donde documentó la vida de prostitutas y niños en Alicante. Su primera exposición en España se celebró en ese mismo año en el Ateneo de Madrid. Cartier-Bresson provenía de una familia acomodada, lo que le permitió explorar la pintura y la fotografía antes de hacer de esta última su vida.

En 1937 cubrió la coronación del rey Jorge VI en Londres para el diario Ce Soir, optando por retratar al público y no a la realeza, demostrando su inclinación por lo auténtico y lo humano. Durante la II Guerra Mundial, fue prisionero de guerra, lo que no impidió que continuara capturando la esencia de la vida. Tras escapar en 1943, se unió a la resistencia, y de esos tumultuosos años surgen algunas de sus imágenes más poderosas, como las de la liberación de París.

Tras la guerra, Cartier-Bresson cofundó la famosa agencia Magnum en 1947, con la idea de que los fotógrafos pudieran trabajar de forma independiente. Sus trabajos en Asia y sobre la Revolución China son célebres, así como sus retratos de figuras icónicas como Mahatma Gandhi. A partir de los años 50, sus reportajes documentaron tensiones sociales y políticas, incluidas la lucha por los derechos civiles en EE.UU. y la Cuba de Fidel Castro, siempre con un toque de humor y un enfoque humanista.

La exposición culmina con retratos de grandes intelectuales como Jean-Paul Sartre y Coco Chanel, y muestra cómo Cartier-Bresson no solo documentó la historia, sino que también hizo que su mujer y su humanidad fueran el eje central de su obra. Hoy, su legado es un recordatorio del poder de la fotografía como un 'beso muy cálido', una conexión emocional que trasciende el tiempo y el espacio.