La situación en la Comunidad Valenciana sigue siendo crítica tras el devastador paso de la dana, que ha cobrado la vida de 202 personas hasta ahora. El Ministerio del Interior ha movilizado a 4.473 efectivos de la Guardia Civil y Policía Nacional en las áreas más afectadas, destacando la extraordinaria labor de rescate y protección ante actos de pillaje. En total, 30.000 personas han recibido asistencia debido a vehículos atrapados en inundaciones.

Desde el miércoles, los forenses han efectuado 162 autopsias a las víctimas, y 39 han podido ser identificadas a través de huellas dactilares. Los cuerpos están siendo trasladados a una morgue temporal establecida en la Feria de Muestras de Valencia, donde se coordina el proceso de identificación.

El presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, ha expresado su preocupación por la falta de informes claros sobre desaparecidos, instando a quienes han hecho una denuncia a que informen si han conseguido contactar con sus seres queridos. La situación ha provocado tensiones entre el gobierno central y regional, especialmente tras las declaraciones de la ministra de Defensa, Margarita Robles, quien criticó la respuesta de la Generalitat en movilizar a la UME.

En respuesta a los actos delictivos, dos grupos de las UIP de Zaragoza y Barcelona se han desplegado en la región para prevenir más saqueos en las áreas afectadas. Hasta el momento, se han reportado 27 detenciones por robos, mientras que el número de identificados asciende a 183.

También se ha impuesto una restricción de circulación en las zonas más tocadas por el temporal, que estará en vigor durante 48 horas para facilitar la labor de los servicios de emergencia. Las autoridades han destacado la importancia de este tipo de medida para agilizar las operaciones de rescate.

La situación en comunidades cercanas, como Sot de Chera, es igualmente alarmante. La presa de Buseo, a cargo de 50 vecinos desalojados, se encuentra bajo vigilancia, aunque desde el Centro de Emergencias se asegura que está estable. Los daños han sido devastadores, con viviendas destruidas y la población tratando de rescatar lo poco que queda.

En medio del caos, los testimonios de los ciudadanos reflejan desesperanzadoras historias de supervivencia. William y Azul, que perdieron su hogar en Massanassa, confirmaron que su noche fue horrenda, describiendo cómo el agua subió rápidamente hasta que tuvieron que refugiarse en el segundo piso de un vecino.

La solidaridad entre los afectados ha sido notable. En Sot de Chera, los vecinos se han organizado para proveer alimentos y agua a los más vulnerables, mientras que en otros lugares, las localidades se han unido para hacer frente a la devastación colectiva que ha dejado la dana.

La crisis económica y social en Valencia tras este desastre natural será un tema de análisis profundizado en un futuro próximo, pues la reconstrucción no solo requiere de esfuerzo físico, sino quizás de un repensar de las políticas de prevención y respuesta ante estos fenómenos extremos.