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Cuando la Virgen Roja desnudó las contradicciones de la sociedad vasca

2024-09-30

La historia de Hildegart Rodríguez se destaca como una de las narrativas más inquietantes y sorprendentes del siglo XX en España. A través de su trayectoria, se han inspirado múltiples obras de teatro, películas y novelas, cada una explorando diferentes facetas de su vida. Recientemente, la película 'La virgen roja', dirigida por Paula Ortiz y protagonizada por Najwa Nimri, ha traído de nuevo a la luz esta asombrosa figura, consolidando su legado en la cultura contemporánea. No es la primera vez que se aborda su historia; otros proyectos notables como 'La madre de Frankenstein' de Almudena Grandes y el filme 'Mi hija Hildegart' de 1977, dirigido por Fernando Fernán-Gómez, han sido cruciales en la revalorización de su figura, así como diversas obras de teatro que profundizan en su vida y la relación con su madre, Aurora Rodríguez.

La vida de Hildegart fue un experimento social que comenzó con grandes promesas y terminó en tragedia. Su madre, en su afán por crear una mujer libre de las limitaciones y prejuicios de la sociedad, la educó en un ambiente radical, mezclando ideas de feminismo y eugenesia. Hildegart, que llegó a ser la abogada más joven de España, defendía los derechos de las mujeres y promovía conceptos revolucionarios como la planificación familiar. Sin embargo, su lucha por emanciparse de los planes de su madre terminó en un desenlace horrendo: Aurora la asesinó a tiros el 9 de junio de 1933, cuando Hildegart apenas contaba con 18 años.

Las hemerotecas demuestran que Hildegart tuvo un papel destacado en Bizkaia, donde su presencia atraía a multitudes. En 1931, con apenas 16 años, realizó al menos tres visitas a la región y participó activamente en la Semana Juvenil Socialista, dejando huella en localidades como Sestao, Barakaldo y Bilbao. Su elocuencia atrajo la atención de un público que no estaba acostumbrado a escuchar a una joven discutir abiertamente sobre temas como el matrimonio y el control de la natalidad.

Hildegart abogaba fuertemente por la igualdad de hombres y mujeres en la toma de decisiones y proponía medidas como el examen médico prematrimonial y la limitación del número de hijos por familia, argumentando que ello permitiría una mejor crianza y educación. Su discurso revolucionario, que desafiaba las normas sociales de su tiempo, la convirtió en una figura polarizante: ella misma se definía como una ardiente defensora del laicismo y daba voz a la necesidad de un cambio radical en la estructura familiar y social.

El contexto de sus discursos incluía un análisis crítico de la iglesia y la aristocracia, rechazando definitivamente la idea de que las mujeres, bajo la influencia de la religión, debían permanecer en un segundo plano. Tras sus visitas a Bizkaia, Hildegart dejó claro su desdén por el sufragio femenino, argumentando que muchas mujeres serían susceptibles a la manipulación espiritual, exacerbando así la dependencia de la sociedad patriarcal.

Hildegart Rodríguez no solo dejó un legado de ideas progresistas, sino que su trágica muerte contradijo la visión que la madre había tenido de ella. Las profundas enseñas que dejó no solo continúan resonando hoy en día, sino que también nos invitan a reflexionar sobre el papel de la mujer en la sociedad y los retos que persisten. Mientras que 'La virgen roja' ofrece una visión cinematográfica de su vida, su historia sigue siendo un poderoso recordatorio de la lucha por la emancipación femenina y la búsqueda de una sociedad más justa.