El ejército israelí ha llevado a cabo un ataque aéreo contra un edificio en un campamento de refugiados en Trípoli, al norte de Líbano, causando la muerte de cuatro personas, incluido Saeed Atallah, un alto líder de las Brigadas Ezedin al Qassam, el ala armada de Hamás. Este ataque marca el primer asalto de Israel en el norte de Líbano desde que comenzaron las hostilidades con Hezbolá el pasado 8 de octubre.

Además, el ejército israelí ha bombardeado la mezquita adyacente al hospital Salah Ghandur en Bint Jbeil, argumentando que se estaba utilizando como base de operaciones de Hezbolá. Israel ha solicitado previamente la evacuación de civiles en la zona, advirtiendo sobre la posibilidad de ataques a áreas cercanas a posiciones de la milicia chií.

En el contexto de la ofensiva en Gaza, el Ministerio de Sanidad de Gaza ha reportado un alarmante incremento en el número de muertos, que ascienden a 41.825 desde el comienzo de la confrontación el 7 de octubre. La mayoría de las víctimas son niños y mujeres, y las autoridades han señalado que miles de palestinos aún están atrapados bajo los escombros de los edificios destruidos. En la última jornada, al menos 23 personas han perdido la vida en los bombardeos israelíes y otros 66 han resultado heridas.

El ministro de Exteriores de Irán, Abbas Araqchi, ha llegado a Damasco en una misión oficial tras visitar Beirut. Araqchi ha expresado el compromiso de Irán de lanzar una “campaña diplomática” para apoyar a Líbano durante los intensos ataques de Israel. Esta situación ha llevado a más de 1,2 millones de personas a huir de sus hogares en Líbano, mientras las tensiones con Siria se agravan.

Además, el expresidente estadounidense Donald Trump ha declarado que Israel debería atacar las instalaciones nucleares de Irán como parte de su respuesta a la crisis, sugiriendo una postura bélica frente a la creciente amenaza que representa el país persa.

La ONU ha condenado fuertemente las acciones de Israel, declarando ilegales los bombardeos en campos de refugiados y advirtiendo sobre un uso excesivo e indiscriminado de la fuerza en la región. Esta violencia continua ha desatado una ola de protestas tanto en el mundo árabe como a nivel internacional, pidiendo un cese inmediato de las hostilidades y una solución pacífica al conflicto.

La situación sigue en desarrollo a medida que se intensifican los enfrentamientos y las repercusiones humanitarias de este conflicto alarman a la comunidad internacional.