Un brutal bombardeo aéreo militar en Birmania ha cobrado la vida de 28 personas, la mayoría mujeres y niños, y ha dejado a aproximadamente 25 heridos en el estado de Rakáin, en el oeste del país. Esta tragedia ocurre en un contexto de creciente violencia, que ha llevado a la ONU a emitir alertas sobre la grave situación humanitaria en la región.

El ataque, que tuvo lugar el pasado sábado en Mrauk-U, fue llevado a cabo por el Ejército birmano (Tatmadaw) y está dirigido contra un centro de detención que albergaba a familiares de soldados capturados por el Ejército de Arakaan (AA), un grupo guerrillero étnico que controla gran parte de Rakáin. Según el comunicado del AA, entre los fallecidos y heridos, se han reportado 21 niños con edades comprendidas entre los 2 y 15 años.

La imagen de la guerra en Birmania es escalofriante. La violencia ha aumentado considerablemente desde el golpe de Estado del 1 de febrero de 2021. La comunidad internacional observa con preocupación cómo la situación humanitaria se deteriora día tras día, lo que ha llevado a la ONU a calificar la situación como crítica. Aunque el Ejercito birmano argumenta que se han dado priorización a ataques a objetivos militares, parece que los errores de cálculo están resultando en la pérdida de vidas inocentes.

El AA también ha mostrado su alarma, indicando que la cifra de muertos podría incrementarse ya que muchos de los heridos se encuentran en estado grave y requieren atención médica urgente. El activismo y la resistencia han crecido en la región, y en diciembre, el AA anunció que había tomado el control total de la frontera entre Birmania y Bangladés, un hecho que podría tener consecuencias significativas en la dinámica regional.

Además, en octubre de 2023, el AA se unió a otros dos grupos guerrilleros para formar la Alianza de la Hermandad, estableciendo un frente unido en la lucha contra el régimen militar. Desde entonces, han logrado recuperar grandes extensiones de territorio que habían estado bajo control militar, incluidas cruciales ciudades fronterizas que son vitales para el comercio entre Birmania y China.

Mientras tanto, el régimen militar se encuentra presionado y ha comenzado a buscar una salida política al conflicto, invitando a algunos grupos a negociar con la mediación de China. Sin embargo, no todos los grupos están dispuestos a participar en conversaciones, reflejando la desconfianza que permea en este tenso clima de conflicto.

La comunidad internacional se pregunta: ¿Hasta cuándo seguirá esta masacre? Y, ¿qué medida real se tomará para proteger a las poblaciones más vulnerables en Birmania?