El 9 de enero, el laureado científico colombiano Manuel Elkin Patarroyo, creador de la primera vacuna sintética contra la malaria, falleció a los 78 años en su hogar de Bogotá debido a un paro cardiorrespiratorio, según confirmó su hijo a medios locales.

Patarroyo fue un pionero en la investigación médica, dedicando más de cinco décadas de su vida al estudio de enfermedades infecciosas con un enfoque especial en la malaria. Su innovadora vacuna, descubierta en 1987, fue un importante hito en la ciencia y fue donada a la Organización Mundial de la Salud (OMS), aunque no pudo erradicar completamente la enfermedad en varias regiones de América y África.

La trayectoria académica de Patarroyo es impresionante: estudió Medicina en la Universidad Nacional de Colombia, así como en instituciones prestigiosas como la Universidad de Yale y el Instituto Karolinska en Suecia. Recibió numerosos premios a lo largo de su carrera, incluido el codiciado Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 1994.

A pesar de sus logros, Patarroyo enfrentó desafíos significativos. En 2001, problemas económicos lo llevaron a abandonar el hospital San Juan de Dios en Bogotá, trasladando su investigación a España. Con el apoyo de diversas instituciones, continuó trabajando en una nueva vacuna, conocida como Colfavac, orientada a combatir la malaria.

El legado de Patarroyo no se limita a la malaria. También hizo contribuciones importantes en la investigación de la artritis y el lupus eritematoso, y en los años 90, desarrolló un método para detectar tuberculosis en 24 horas. Su trabajo en cáncer de útero y en la lucha contra el Virus del Papiloma Humano (VPH) también es notable.

Durante su carrera, Patarroyo fue objeto de críticas y controversias relacionadas con el uso de animales en sus investigaciones. Defendió su metodología, afirmando que los monos del Amazonas tienen similitudes en su sistema inmunológico con el humano, lo que hace posible la investigación. Aseguró que nunca se maltrató a los animales y que su trabajo estaba orientado a avanzar en la medicina.

El fallecimiento de Manuel Elkin Patarroyo deja un vacío en la comunidad científica y en la lucha contra la malaria. Su compromiso con la ciencia y la salud pública será recordado, y su trabajo sigue inspirando a investigadores en todo el mundo a buscar soluciones a los problemas de salud globales.

La malaria, que todavía representa un gran desafío, tuvo 241 millones de casos en 2020, según la OMS. La obra de Patarroyo continúa siendo relevante en estas luchas, y su contribución a la ciencia es un faro de esperanza para muchas generaciones futuras.