Tras la DANA, las aves rapaces
2024-11-03
Autor: Carlos
"Es comprensible que la gente quiera todo resuelto para ayer...", declaró el presidente, en un momento que parecía insensible y sarcástico. Esa desesperación se siente en las calles, donde cada vez más personas preguntan: "¿Quién está al mando?". La situación en las regiones afectadas por la DANA ha desatado un torbellino de emociones y críticas hacia un gobierno visto como ausente y descoordinado.
En medio de esta crisis, la administración, que debería ser un faro de esperanza y guía, ha dejado a los ciudadanos sintiéndose abandonados. La Federal Emergency Management Agency (FEMA) es mencionada, pero la frustración es palpable en la población, que observa cómo la tragedia se agrava mientras se instalan etiquetas en las paredes que rezan "Fuck" junto a ese acrónimo.
La situación es alarmante; en 2024, tras la reciente tormenta, varias provincias de Valencia y Albacete amanecieron cubiertas de barro y agua. Se hicieron visibles las primeras víctimas, y la desolación se palpaba en el ambiente. En este contexto, parece que muchos se hacen preguntas existenciales, confrontando la realidad de un cambio climático que agudiza desastres naturales con cada año que pasa.
Los recuerdos de desastres pasados y las medidas tomadas después de ellos son más relevantes que nunca. Los ingenieros hidráulicos que desviaron el cauce del Turia en tiempos franquistas se convierten en un símbolo de la capacidad de respuesta a la adversidad, contrastando con lo que estamos observando hoy.
Mientras cientos de personas luchaban por encontrar a sus seres queridos, el resto del país se conectaba en la preocupación por ellos. La solidaridad española emerge, pero también la frustración hacia un gobierno que ha mostrado una evidente falta de preparación. La fecha de entrega de galardones de premios se convierte en un tema de controversia cuando se priorizan celebraciones en lugar de asistencia a las víctimas.
Los periodistas, comprometidos, se lanzan al terreno del desastre para informar, mientras el resto de la sociedad se pregunta cómo puede contribuir: ¿donando sangre, enviando mantas o donaciones? Las iniciativas solidarias estallan, pero las críticas hacia el gobierno no cesan. ¿Es realmente prioritario premiar antes de resolver las crisis de los ciudadanos?
La intervención de líderes políticos en tiempos de crisis puede agitar aguas turbulentas. En este sentido, la decisión de potenciar campañas de desprestigio contra el presidente de la Generalitat, Mazón, por parte del Gobierno y sus aliados, ha dado pie a una ofensiva que pretende utilizar la tragedia con fines políticos. La caída de mandos en la gestión de emergencias se acompaña de una presión social cada vez más intensa.
Mazón se enfrenta a acusaciones y una crisis que no es únicamente suya; es evidente que la falta de coordinación y respuestas a tiempo han sido una constante durante estas emergencias. El hecho crucial no cumplido fue no solicitar la declaración de Emergencia de Interés Nacional, lo que habría permitido mayor control y mayores recursos para afrontar la catástrofe.
Mientras las comunidades y el gobierno nacional navegan estas aguas, las “aves rapaces” ya se mueven para obtener beneficios políticos. La paradoja es evidente: mientras Mazón enfrenta el descontento, el gobierno centra las miradas en sus propios logros en la situación de crisis, mientras que él podría ser quien carga con la desgracia en la narrativa política.
Las expectativas de los ciudadanos son claras; claman por un gobierno que no sólo los ayude de manera subordinada sino que actúe con firmeza. El contexto y la necesidad de un liderazgo real se hacen más evidentes que nunca, en un momento en el que la historia reciente de tragedias en el país debería haber servido como enseñanza. Responder adecuadamente no sólo evita pérdidas materiales, sino que también protege vidas. Si la talla del liderazgo se midiese en respuesta a emergencias, se vería una comparación entre lo que somos hoy y lo que podemos llegar a ser bajo una gestión responsable.