En una impactante revelación, pescadores en Senegal encontraron este domingo un cayuco a la deriva a unos 70 kilómetros de la costa de Dakar, la capital del país, que contenía al menos 30 cuerpos en avanzado estado de descomposición. Se cree que estos migrantes intentaban llegar a las Islas Canarias y que partieron de algún punto de la costa semanas atrás, dada la condición de los cuerpos. Las autoridades senegalesas han iniciado una investigación para identificar a los fallecidos y determinar su lugar de partida.

Este incidente es el segundo trágico relacionado con la emigración en el último mes, después de que un naufragio el 8 de septiembre acabara con la vida de aproximadamente 40 migrantes que también intentaban hacer la peligrosa travesía hacia Europa. En ese caso, un cayuco que transportaba cerca de 90 personas se hundió a pocos kilómetros de la costa de Mbour. Solo 24 supervivientes fueron rescatados, mientras que se encontraron 39 cadáveres días después. Hasta ahora, al menos 25 personas siguen desaparecidas. Entre las víctimas había ciudadanos senegaleses, así como de Guinea y Gambia.

El cayuco recuperado recientemente fue remolcado por la patrullera Cayor y llegó a puerto a primera hora de este lunes, donde un equipo de médicos y profesionales de la salud pública trabajaron arduamente en la recuperación de los restos, en condiciones extremadamente difíciles debido a la descomposición. Las familias en la localidad costera de Mbour llevan semanas preocupadas por la desaparición de un cayuco que partió con cerca de 200 personas a mediados de agosto, lo que ha generado la sospecha de que podría ser el mismo que se encontró.

El naufragio anterior provocó una ola de conmoción en Senegal, llevando al presidente Bassirou Diomaye Faye a visitar Mbour para rendir homenaje a las víctimas y anunciar la creación de una línea telefónica gratuita para denunciar a los organizadores de estos viajes ilegales. A pesar de estas iniciativas y de una marcha silenciosa reciente en homenaje a los fallecidos, muchos jóvenes siguen arriesgando sus vidas en busca de un futuro mejor.

La ilusión generada por el cambio político en marzo, cuando la oposición ganó las elecciones, ha ralentizado las salidas de cayucos de las costas senegalesas, pero no las ha detenido. Las razones detrás de esta peligrosa emigración son el desempleo, la crisis en la pesca artesanal, la corrupción y la falta de vías legales para emigrar. Senegal no solo es el punto de partida para sus propios ciudadanos, sino también para migrantes de otros países como Malí, Gambia y Guinea, quienes ven en esta aventura una esperanza para cambiar sus vidas.