Los sirios que sobrevivieron a los ataques químicos de Al Asad: "Donde pasaron no queda vida"
2024-12-14
Autor: Carmen
Firas se despertó temprano, ansioso por atender a sus animales. No obstante, poco después de las seis de la mañana, experimentó una extraña sensación. Su vaca comenzó a vomitar y él sintió un calor intenso y un fuerte ahogo. Desesperado por el malestar, corrió a mojarse la cara. Era el 4 de abril de 2017, y mientras la aviación del régimen de Bachar al Asad bombardeaba Jan Sheijun, en la provincia de Idlib, un bombardeo diferente se estaba llevando a cabo.
Entre las bombas lanzadas, una de ellas cayó silenciosamente sobre la carretera principal del pueblo, liberando un agente químico, probablemente sarín, según un informe de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas. Los habitantes no tenían conocimiento de la amenaza que se avecinaba y, tragadores de una falsa sensación de seguridad, llevaron a sus familias a los sórdidos refugios subterráneos, lo que resultó ser fatal.
Jalid Abdel Naym, quien se encontraba en su granja, escuchó noticias de los bombardeos a través de un walkie talkie. Recordó que cuando los aviones se aproximaron, la gente corrió a refugiarse. "Los primeros en llegar a ayudar también enfermaron o murieron", relató. Nahed al Shehan, que vivía cerca, narró cómo su vecino había dejado seguros a su esposa e hijos en el refugio, pero cuando regresó, ya estaban sin vida. "De aquel edificio murieron dos. De otro, tres. Y en aquel otro, la madre, su padre y su hija. Todos los conocíamos".
La ONU, en su investigación, destacó que las condiciones meteorológicas eran propicias para el uso de armas químicas. La baja velocidad del viento permitió que el agente tóxico se propagara lentamente, afectando a muchas víctimas, especialmente a los niños, que resultaron ser los más vulnerables. En total, se reportaron alrededor de 83 muertes, incluyendo 28 niños. Algunos informes sugieren que el número supera el centenar y otras 293 personas resultaron gravemente afectadas, 103 de ellas menores.
El horror de esta masacre fue recordado con furia por los sobrevivientes. "Que Dios ns vengue. Dejaron a muchas mujeres viudas y los niños murieron por un acto criminal", clamó Jalid Abdel Naym, refiriéndose a las fuerzas de Al Asad.
Mientras tanto, el régimen y Rusia desmintieron lo sucedido. Damasco afirmó que el ataque fue un "montaje" de Estados Unidos, diseñado para justificar un ataque misilístico posterior contra la base de Shayrat. Rusia sugirió diferentes teorías conspirativas, desmentidas por la ONU.
No obstante, Nahed recordó que, tras la reconquista del pueblo en 2019, las fuerzas del régimen sellaron el lugar del ataque y prohibieron a los ciudadanos acercarse. Como un cruel recordatorio, muchas tumbas de las víctimas fueron desenterradas y las familias obligadas a pagar por el traslado a cementerios. "Quisieron borrar nuestra memoria de lo que pasó", lamentó Jalid.
La gente no olvida y exige justicia. Después de la caída del régimen, muchos en Jan Sheijun han buscado recuperar su hogar, luchando contra el temor y la represión. "Estamos felices de que la guerra haya terminado, pero todos merecemos justicia", comentó Fuad, otro vecino, añadiendo con firmeza que, aunque Al Asad tuviera que irse al séptimo cielo, lo llevarían ante la justicia.
Los actuales habitantes de Jan Sheijun son escasos. La devastación ha hecho que muchos huyeran; el miedo y la escasez de recursos persisten. Nahed, quien habita con su familia y otra más, relató que hace cuatro años tuvo que luchar para regresar a su hogar. "Los soldados nos decían que no debíamos estar aquí. Esta casa fue construida por mis padres", recordó con determinación.
Sin embargo, la angustia no se ha desvanecido. La presencia constante de fuerzas del régimen y la amenaza de requisiciones obligatorias siempre sobrevolaron la vida cotidiana. "Ahora, tras años de sufrimiento, espero que las cosas mejoren, aunque a nuestro alrededor sólo haya ruinas", concluyó Nahed, mirando la devastación que sufre su pueblo. Las fuerzas de Al Asad destruyeron deliberadamente la vida aquí, dejando tras de sí un paisaje desolador. "Donde pasaron, no queda vida".