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Las devastadoras historias de un naufragio en El Hierro: ¿Cuánto tiempo más se pueden ignorar las tragedias migratorias?

2024-10-06

La situación en El Hierro, una de las islas más pequeñas de España, ha tomado un giro dramático debido a la creciente llegada de migrantes que intentan cruzar el Atlántico en busca de una vida mejor. A pesar de la belleza natural y la tranquilidad que caracteriza a la isla, las trágicas historias de quienes llegan aquí son, en su mayoría, un recordatorio desgarrador del sufrimiento que enfrentan. Desde que se inició la crisis migratoria proveniente de países como Mali, Guinea-Conakri y Senegal, miles de personas han intentado el peligroso cruce en cayucos, y muchos han perdido la vida en el intento.

El Hospital Insular Nuestra Señora de los Reyes, inaugurado en 2003 y con una capacidad de 32 camas, ha desempeñado un papel crucial en la atención a los migrantes. Hasta septiembre de este año, junto a la Cruz Roja, habían atendido a más de 14,000 migrantes. Los doctores en el hospital, como Manuel Gálvez, coordinador de Urgencias, han expresado la creciente presión bajo la que trabajan: "Hemos intentado convertir en gigante a un pequeño centro, aunque un castillo de arena no puede parar un tsunami".

El 28 de octubre, un naufragio cercano a la isla dejó a 27 sobrevivientes y 9 cuerpos recuperados en el fondo del mar. Entre las víctimas se encontraba un niño, lo que acentuó el desgarro emocional de los profesionales de la salud que atendieron a quienes lograron salvarse. En una de las intonaciones más dolorosas, Inmaculada Mora, una de las pediatras del hospital, describió cómo uno de los niños sobrevivientes, que había perdido a su familia, llegó con dolores que no solo eran físicos, sino profundamente emocionales. La vulnerabilidad de estos migrantes se convierte en un desafío monumental para el sistema de salud local.

A pesar de las cifras alarmantes de llegadas por ruta marítima, que suman más de 30,000 personas en el último año, la vida cotidiana de los herreños parece seguir su curso normal, aunque con un aumento en la presencia de agentes de seguridad y atención médica. Javier Iglesias, un empresario local, subraya cómo la comunidad ha comenzado a notar a los grupos de niños que recorren las calles, resaltando que "son nuestros niños, parte de nuestro futuro".

Los cayucos son atendidos inmediatamente a su llegada. Los adultos son derivados a un centro de atención temporal, donde son interrogados y registrados antes de ser trasladados a instalaciones de acogida gestionadas por la Cruz Roja. Esta organización ha hecho un esfuerzo enorme para garantizar que los sobrevivientes reciban la atención que necesitan, pero el impacto en los recursos del hospital es innegable. Según los médicos, el volumen de trabajo ha aumentado considerablemente, y los esfuerzos de atención médica deben equilibrarse con la necesidad de atender a la población residente.

El viaje en cayuco no solo implica un alto riesgo de ahogamiento. Muchos de los migrantes presentan enfermedades graves, desde deshidratación severa hasta infecciones. Un caso impactante es el de un joven que llegó tras sobrevivir al naufragio con múltiples complicaciones médicas. Las causas de estas patologías son directas y crueles: condiciones inhumanas en el mar que afectan gravemente la salud de quienes buscan escapar de situaciones de vida o muerte en sus países de origen.

Mientras el hospital continúa esforzándose por proporcionar atención y apoyo a los migrantes, también se enfrenta a la dura realidad de que, tras el sufrimiento y el esfuerzo, muchos nunca recibirán el reconocimiento que merecen. Una realidad que, al igual que las oleadas de migrantes que llegan a las costas de El Hierro, no se puede ignorar. En un momento donde los derechos humanos se enfrentan a la política, la pregunta persiste: ¿Cuánto tiempo más permaneceremos en silencio ante estas tragedias?