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La trágica historia de la orca 'Keiko' y su lucha por la libertad

2025-01-16

Autor: Carmen

Pocas producciones han impactado el mundo documental como lo hizo Blackfish en 2013. Este aclamado filme, dirigido por Gabriela Cowperthwaite, se enfoca en la vida de Tilikum, una orca captiva envuelta en controversia tras provocar la muerte de tres cuidadores. Lo impactante es que, en su hábitat natural, estas majestuosas criaturas nunca han atacado a humanos. Una de las escenas más conmovedoras muestra a una orca joven siendo capturada mientras su manada grita desesperadamente, dejando claro que entendían lo que sucedía: la pérdida de un ser querido.

Blackfish se convirtió en un hito, transformando la percepción pública sobre la cautividad de cetáceos como orcas y delfines, planteando serias consideraciones sobre la ética de mantener a estos animales tan sociales en acuarios como meros entretenimientos. Recientemente, el podcast The Good Whale, producido por The New York Times y co-dirigido por el periodista peruano-estadounidense Daniel Alarcón, vuelve a explorar la problemática de los mamíferos marinos en cautiverio, esta vez centrado en la historia de Keiko, la orca que protagonizó Libertad a Willy.

Keiko, quien vivía en un acuario en México en condiciones deplorables, se convirtió en un símbolo de la lucha por la libertad de los cetáceos. A partir del estreno de la película en 1993, miles escribieron a Warner, la productora, exigiendo la liberación de la verdadera Willy. Después de gastar millones en su traslado a Estados Unidos y luego a Islandia, Keiko jamás logró adaptarse a la vida salvaje. Su conexión se había vuelto con los humanos, su única 'familia'.

Su triste historia culminó en diciembre de 2003, cuando fue encontrada en un fiordo noruego, a los 27 años, incapaz de escapar de la influencia humana a pesar de tener la oportunidad. ¿Es posible recuperar la libertad de un ser que ha conocido solo la cautividad? Los daños infligidos por los humanos en su vida fueron irreversibles. Por otro lado, el podcast de Alarcón plantea que la situación de Keiko en el acuario mexicano era igualmente insostenible, ya que, al escoger la compañía humana, sacrificó su instinto natural por la seguridad y el afecto que los humanos le ofrecieron.

Actualmente, el acuario Marineland en Francia, bajo presión debido a la prohibición de espectáculos con animales, será cerrado y debe buscar un nuevo hogar para sus orcas, como Wikie y Keijo. Sin embargo, al igual que Keiko, nunca disfrutarán de una verdadera libertad.

A través de los años, el conocimiento acerca de las orcas ha evolucionado dramáticamente. Ahora se entiende que son altamente sociales y poseen un lenguaje propio. Rosanne Parry, en su obra El canto de la orca, describe la vida de un clan de estos cetáceos, mientras que Carl Safina, en Mentes maravillosas. Lo que piensan y sienten los animales, destaca las capacidades cognitivas y emocionales de estos inteligentes mamíferos.

En un capítulo titulado El tiranosaurio de los mares, Safina indica que las orcas, como nosotros, son mamíferos con personalidad y la capacidad de formar vínculos complejos. Sin embargo, su escala y comportamiento son significativamente distintos: su tamaño y sus cerebros les permiten manejar dinámicas sociales y familiares que exceden la comprensión humana.

La historia de Keiko es un recordatorio de los dilemas morales a los que nos enfrentamos en la interacción con la vida salvaje. Mientras el debate sobre la ética en la cautividad de estos animales continúa, nos queda la pregunta: ¿será que alguna vez aprenderemos a respetar y garantizar la libertad que estos seres merecen?