La inmigración y la influencia de Rusia están creando un vínculo inquietante entre el norte y el sur de Europa, según advirtió la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, durante la reciente cumbre norte-sur en Saariselkä, Finlandia. Este evento reunió a líderes de varios países europeos para discutir cuestiones críticas de seguridad, defensa e inmigración ilegal, en el contexto de la guerra en Ucrania.

Meloni dejó claro que la amenaza que representa Rusia va más allá de lo puramente militar, señalando que podría estar empleando tácticas de inmigración ilegal para debilitar a la Unión Europea (UE). "La amenaza es mucho más amplia de lo que imaginamos", aseguró, instando a la UE a reforzar sus fronteras y no permitir que Rusia, ni ninguna otra organización criminal, controle los flujos de inmigrantes.

Durante la cumbre, que duró dos días, se abordaron las preocupaciones de varios países miembros, especialmente de aquellos como Finlandia y Estonia, que han acusado a Rusia de facilitar la entrada de inmigrantes ilegales provenientes de Oriente Medio y otras regiones, sin los controles necesarios. El primer ministro finlandés, Petteri Orpo, destacó la importancia de asegurar la frontera de 1.340 kilómetros entre Finlandia y Rusia, describiéndola como una cuestión "existencial" para su país y sus aliados en la OTAN.

Meloni enfatizó la inteligencia de reunir naciones del norte y del sur, que a menudo han tenido diferencias, para discutir estos problemas prioritarios en la actualidad. Además, mencionó que tanto Grecia como Italia han lidiado con llegadas masivas de inmigrantes ilegales, mientras que Finlandia ha tenido que cerrar completamente su frontera con Rusia debido a la migración instrumentalizada.

Por su parte, Kaja Kallas, alta representante de la UE para Asuntos Exteriores, se alineó con Meloni para compartir las preocupaciones de los países fronterizos con Rusia y aquellos que enfrentan desafíos migratorios en el Mediterráneo. El primer ministro finlandés aclaró que su país buscará apoyo fuerte en la lucha contra la inmigración instrumentalizada, considerándola una cuestión de seguridad nacional y para la UE.

El primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, destacó que la cumbre representa una oportunidad para compartir experiencias y retos con sus colegas nórdicos. "Sabemos que necesitamos más recursos para nuestra defensa colectiva, pero la pregunta es cómo lograremos estos objetivos en un tiempo de creciente inestabilidad geopolítica", manifestó.

A medida que la situación en Ucrania se intensifica y las dinámicas migratorias continúan cambiando, la discusión sobre la inmigración y la seguridad en Europa está lejos de terminar. Las implicaciones de la influencia rusa y la crisis migratoria podrían ser más profundas de lo que se ha considerado hasta ahora. Durante esta cumbre, los líderes no solo estaban abordando problemas inmediatos, sino que también estaban trazando un camino para la cooperación futura y la seguridad de la UE en un mundo cada vez más complejo y peligroso.