Con 207 votos a favor, 394 en contra y 116 abstenciones, Olaf Scholz ha fracasado en su intento de mantener la moción de confianza en el Bundestag, lo que pone en jaque su gobierno. La presidenta del Bundestag, Bärbel Bas, no pudo evitar una broma: “De esta forma, se acaba la sesión de hoy y también la ‘coalición Semáforo’”, en referencia a la alianza entre los socialdemócratas, los verdes y los liberales, que ha estado en crisis desde hace varios meses.

El fracaso de Scholz parece haber sido programado, ya que considera que la pérdida de esta moción es el primer paso hacia unas elecciones anticipadas, tras la fractura de su coalición desde diciembre de 2021. Durante su discurso, el canciller dirigió sus dardos hacia Christian Lindner, el exministro de Finanzas y actual líder del FDP, acusándolo de “sabotaje al gobierno”. Este enfrentamiento fue el resultado de la ruptura de la coalición que tuvo lugar el 6 de noviembre, cuando Lindner fue destituido.

En lo que parecía un acto electoral, Scholz enfatizó la urgencia de abordar temas como salarios dignos, la protección de empleos, alquileres asequibles y una profunda reforma en las inversiones públicas en infraestructuras. La reforma del freno a la deuda en Alemania se ha convertido en un tema crucial, ya que está limitando las inversiones necesarias en aspectos vitales como la red ferroviaria y las escuelas, lo cual se ha convertido en un punto de conflicto entre los socialdemócratas y los liberales.

Friedrich Merz, líder de la oposición y presidente de la CDU, también participó en el debate, lanzando duras críticas hacia Scholz. Merz afirmó que “Scholz deja al país en una de las mayores crisis económicas de la historia”, y propuso una receta liberal-conservadora que aboga por menos impuestos y menos intervención estatal. En defensa de Lindner, Merz calificó las palabras de Scholz como “irrespetuosas”, enfatizando su deseo de conformar una coalición con el FDP, que busca recuperar un lugar importante en el Bundestag.

Por su parte, Robert Habeck, el vicecanciller y figura destacada de Los Verdes, realizó una autocrítica sobre los fracasos del gobierno actual, pero presumió algunos logros que se han mantenido durante tiempos complicados. En contraste, la líder de la ultraderecha, Alice Weidel, ofreció una visión sombría de la situación del país, fustigando tanto al gobierno como a la oposición, intentando solidificar el apoyo que su partido, AfD, ha cosechado en las encuestas.

Así, el clima político en Alemania se polariza entre dos fuerzas: por un lado, los socialdemócratas y los verdes que luchan por sobrevivir en el poder, y por otro, la CDU-CSU y el FDP, que aspiran a reinar en una nueva coalición. Con la fecha de las elecciones aún incierta y el país al borde de una importante reconfiguración política, los ciudadanos deberán decidir su futuro en una atmósfera de incertidumbre e intriga.

Los alemanes se preparan para tomar una decisión crucial que decidirá el rumbo del país el 23 de febrero. ¿Estará Alemania lista para un cambio radical?