El sector automotriz, fundamental para la economía europea y española, se encuentra en una crisis alarmante que afecta gravemente el empleo. En lo que va de 2023, los principales fabricantes de automóviles europeos han visto cómo sus acciones en bolsa se desploman, con pérdidas acumuladas que rondan los 60.000 millones de euros. Este descalabro está impulsado por caídas de más del 40% en Stellantis, el mayor fabricante en España, reconocible por sus marcas como Peugeot, Opel y Citroën.

Pero no solo Stellantis sufre; Volkswagen y Volvo también enfrentan un descenso significativo en sus valores, con caídas de alrededor del 15%. Las razones detrás de esta tendencia preocupante incluyen una disminución en la demanda global, restricciones de producción debido a problemas de suministro y un cambio acelerado hacia vehículos eléctricos que ha dejado a varios fabricantes luchando por mantenerse al día.

El impacto de estas pérdidas no se limitan solo a los fabricantes. Miles de empleos en plantas y fábricas están en riesgo, lo que podría desencadenar una nueva ola de desempleo en una industria que ya ha sido golpeada por la pandemia y la crisis del semiconductor. Los analistas advierten que, sin una rápida adaptación a las nuevas tecnologías y a las expectativas del mercado, estas compañías podrían enfrentar un futuro muy incierto.

En este contexto, muchos se preguntan: ¿es esta la señal de una transformación radical en el sector automotriz europeo?

Además, el cambio hacia una movilidad más sostenible también está afectando las estrategias corporativas de estas empresas. Con las regulaciones ambientales más estrictas, la presión para invertir en tecnologías verdes y alternativas energéticas hace que la competencia sea más feroz. ¿Podrán estas compañías adaptarse y sobrevivir en un mercado en constante evolución?