La cumbre del clima COP29, que se lleva a cabo en Bakú, Azerbaiyán, se ha convertido en un escenario donde la industria de los combustibles fósiles brilla con luz propia. Según un reciente informe de la coalición 'Echad a los Grandes Contaminantes' (Kick Big Polluters Out o KBPO), al menos 1.770 representantes de este sector, que es uno de los principales responsables del cambio climático, están presentes en el evento.

Si sumamos los delegados enviados por las empresas petroleras a aquellos que forman parte de las delegaciones nacionales con intereses en la industria fósil, el lobby del petróleo, gas y carbón estaría posicionándose como la cuarta delegación más importante. Solo estarían por detrás de la delegación anfitriona de Azerbaiyán, que cuenta con 2.229 miembros, y las de Brasil y Turquía, países que también tienen un peso significativo en la discusión sobre el cambio climático.

El informe también señala que los grupos de presión de combustibles fósiles han recibido más pases para la COP29 que la suma total de todos los delegados de los 10 países más vulnerables al cambio climático, que apenas alcanza los 1.033 representantes. Esta situación pone de manifiesto la creciente influencia de la industria en un evento que debería centrarse en las soluciones para quienes ya están padeciendo las consecuencias del cambio climático.

A medida que el mundo se enfrenta a crisis climáticas cada vez más severas, aumentan las críticas hacia la influencia que tienen los lobbies de combustibles fósiles en las negociaciones internacionales. Expertos y activistas creen que es fundamental que las voces de los países afectados y las comunidades en riesgo sean escuchadas y priorizadas frente a los intereses corporativos. La COP29, que se celebra en un contexto de aumento de desastres naturales y cambios climáticos extremos, representa una oportunidad clave para reorientar la conversación hacia una acción climática real y efectiva. ¿Logrará la comunidad internacional hacer frente al poder de los grandes contaminantes?