Un nuevo escándalo ha salido a la luz tras la investigación del caso Koldo y Aldama, donde un comandante de la Guardia Civil acusado de filtrar información a la trama también llevó a cabo un espionaje ilegal sobre el inspector fiscal que desveló los entresijos de esta red de corrupción.

El inspector, cuyo nombre se mantiene en reserva, empezó a investigar un alarmante incremento en los beneficios de las sociedades vinculadas a la trama y decidió recurrir a la Agencia Estatal de Administración Tributaria (AEAT) para aclarar la situación. Lo que comenzó como una investigación de rutina se transformó rápidamente en un abismo de corrupción con impactos en múltiples niveles de poder. Sin embargo, lo más insólito fue la violación de su privacidad durante el proceso, donde se recurrió a métodos policiales para espiarlo. La trama, al no encontrar irregularidades, optó por indagar en su vida personal, buscando "amantes" o "debilidades" que pudieran comprometerlo.

Las grabaciones de conversaciones entre miembros de la trama reflejan la sorpresa y repulsión de algunos colaboradores ante la solicitud de investigar la vida privada del inspector. Frases como "Joder macho, joder macho" resonaban en el ambiente de la conversación, evidenciando la naturaleza burlesca y absolutamente inmoral de tal solicitud.

Proveniente del corazón de esta red corrupta, Víctor de Aldama, ahora líder de la misma y figura crítica en el PSOE, ha revelado en declaraciones judiciales que solicitó la intervención de Carlos Moreno, jefe de gabinete de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, para manipular el trato fiscal hacia una de sus empresas. Aldama alegó que Moreno accedió a su petición, sugiriendo un soborno que este último habría aceptado sin dudar.

A pesar de las categóricas negaciones de Montero sobre su implicación, la situación continúa desenmarañándose y amenazando con hacer temblar aún más al establishment político. Informes recientes apuntan a que los métodos utilizados para espiar al inspector han sido profundamente alarmantes, reflejando una cultura de corrupción y abuso de poder en las altas esferas del Gobierno.

El caso Koldo no solo ha expuesto una red de corrupción sino también la forma en que se protege desde el poder a aquellos que la perpetúan. La pregunta ahora es: ¿cuántos más están involucrados en este escándalo y quiénes serán los próximos en caer?