Un devastador incendio se desató la mañana del miércoles en el condado de Ventura, al norte de Los Ángeles, arrasando ya con varios vecindarios y causando una destrucción de magnitud incalculable. El saldo inicial de daños aún no ha sido completamente cuantificado por las autoridades.

Más de 14,000 residentes han recibido órdenes de evacuación, especialmente en las áreas de Camarillo, Somis y Moorpark, según informó el sheriff del condado, Jim Fryhoff. ‘Este es un momento doloroso’, comentó Fryhoff. ‘El incendio es extremadamente peligroso y queremos asegurar que todos estén a salvo mientras se mueven a zonas de refugio’, agregó.

Erica Preciado, una de las afectadas, relató con lágrimas cómo junto a su esposo dejó su hogar al amanecer por miedo a que las llamas alcanzaran su propiedad. ‘Solo llevé algunas fotos y documentos antes de huir muy temprano’, expresó con tristeza. Otro residente compartió su angustia al descubrir que su hogar de 27 años había sido consumido por el fuego: ‘No quedó nada’, declaró entre sollozos.

Los esfuerzos de contención del incendio son intensos; los bomberos han estado lanzando agua desde helicópteros durante toda la noche y varios equipos están trabajando en tierra. Sin embargo, las condiciones climáticas, como los fuertes vientos y la baja humedad, han complicado las operaciones.

La situación se agravó cuando el jefe de bomberos de Ventura, Dustin Gardner, anunció cortes en el suministro de agua. ‘Hemos estado luchando contra el fuego durante 26 horas y hemos secado los reservorios', informó Gardner. Aunque no es común que esto suceda, manifestó que el equipo está preparado para enfrentar la crisis.

Cerca de 70,000 personas se quedaron sin electricidad debido a cortes programados por la compañía Southland, una medida habitual durante emergencias para prevenir nuevas igniciones. Esta situación crítica podría empeorar, dejando a cientos más a oscuras en las próximas horas.

Las causas del incendio aún se están investigando, pero especialistas climáticos señalaron que las llamas comenzaron en un momento de alerta roja, caracterizado por vientos intensos y baja humedad. Rich Thompson, meteorólogo del Servicio Meteorológico Nacional, explicó que 'después de dos años de lluvia, la vegetación encontró el ambiente ideal para convertirse en combustible cuando las condiciones climáticas cambiaron a sequía y calor extremo'.

Aunque la situación pareció mejorar un poco el jueves, el área sigue bajo alerta roja. Se anticipan ráfagas de viento de entre 40 y 56 kilómetros por hora, con niveles de humedad que oscilarán entre el 10% y el 15%. Los residentes se encuentran en estado de alerta mientras las autoridades continúan monitoreando el avance del incendio. Es una llamada desesperada a la acción y la solidaridad en medio de la devastación. ¡Mantente a salvo, California!