El Papa Francisco ha tomado una decisión trascendental al asumir el control del santuario de Torreciudad, un lugar emblemático para el Opus Dei, fundado por Escrivá de Balaguer. Este anuncio llega tan solo dos semanas después de la solicitud del obispo de Barbastro-Monzón, Ángel Pérez Pueyo, evidenciando la creciente tensión entre el Vaticano y la organización religiosa.

En un movimiento significativo, la Santa Sede ha nombrado a Alejandro Arellano Cedillo, decano del Tribunal de la Rota Romana, como comisario pontificio plenipotenciario y delegado de la Santa Sede para el “complejo de Torreciudad”. Este nombramiento plantea interrogantes sobre el futuro de un santuario que atrae a más de 190,000 peregrinos cada año y que ha sido objeto de numerosos desacuerdos administrativos.

La decisión de Francisco sugiere una clara intención de enfocar la gestión del santuario en manos de un representante cercano al obispo, luego de que los intentos de diálogo entre el Opus Dei y la diócesis no dejasen resultados satisfactorios. Fuentes diocesanas han expresado su confianza en que esta intervención papal logre esclarecer el camino a seguir para el santuario. Mientras tanto, el Opus Dei ha emitido un breve comunicado, asegurando su disposición a colaborar plenamente con Mons. Arellano en todo lo que sea necesario.

Este giro de eventos valida las preocupaciones del obispo Pérez Pueyo, quien ha enfrentado presiones procedentes de sectores ultracatólicos. Aunque algunos rumores indican que esta intervención podría llevar a un eventual cese de Pérez Pueyo, no parece que esa medida esté en los planes inmediatos.

Como comisario plenipotenciario, Arellano tendrá la autoridad para investigar y tomar decisiones cruciales relacionadas con el santuario y podrá acceder a la documentación económica pertinente, un aspecto clave dado que la gestión financiera del complejo ha suscitado suspicacias.

El santuario de Torreciudad es más que un lugar de culto; es un símbolo vital para el Opus Dei. Desde que el joven Escrivá de Balaguer visitara la eremita con sus padres para agradecer por su recuperación de una enfermedad, el lugar ha estado marcado por un enfoque especial. La inauguración del nuevo santuario en 1975, dos semanas tras la muerte de Escrivá, marcó el inicio de su legado religioso.

Con la creciente cifra de peregrinos y la ambición de convertir Torreciudad en un destino comparable a Fátima o Lourdes, el conflicto administrativo se intensificó, especialmente cuando se reveló que la contribución económica del Opus Dei no guardaba proporción con los ingresos que generaba el lugar. La diócesis incluso solicitó un canon por peregrino, estimando que podría generar entre 500,000 y 5 millones de euros anuales.

La tensión ha llevado a que el Opus Dei adquiriera terrenos adyacentes con la intención de desarrollar un gran complejo, lo cual fue desconocido por la diócesis, aumentando así las fricciones. Este choque de intereses resuena en la comunidad católica y deja a muchos preguntándose cómo se resolverá esta compleja situación.

Con Arellano al mando, todos los ojos estarán puestos en cómo se procederá para asegurar que el santuario de Torreciudad no solo mantenga su relevancia espiritual, sino que también se gestione de manera transparente y adecuada. ¿Qué cambios veremos en el santuario más querido del Opus Dei? ¡Mantente atento para descubrirlo!