El dramático naufragio de un cayuco en El Hierro ha reactivado el debate político en España en torno a la crisis migratoria. El dispositivo de búsqueda, que se inició el sábado, ha estado rastreando la zona donde cientos de migrantes, lamentablemente, cayeron al mar después de que su embarcación volcara durante un intento de rescate. Hasta la fecha, se han encontrado nueve cadáveres, pero las posibilidades de localizar a otros 50 desaparecidos son escasas debido a las complicadas condiciones del mar y la profundidad del lugar, que oscila entre 800 y 1.000 metros, como ha confirmado el delegado del Gobierno en Canarias, Anselmo Pestana. Se espera que los cuerpos hallados sean enterrados esta semana.

Este trágico suceso ha forzado a los principales partidos políticos, como el PP, PSOE y Coalición Canaria, a sentarse a dialogar sobre urgentemente la reforma de la ley de Extranjería, con el objetivo de distribuir a los menores migrantes entre el resto del Estado español para aliviar la carga de los centros de acogida en Canarias. Sin embargo, aunque se han acercado posturas, aún no se ha llegado a un acuerdo definitivo. El PP exige que se establezca claramente un cupo de menores que se destinará a cada comunidad autónoma, junto con la financiación de los gastos derivados.

A pesar de la inestabilidad política, las labores de búsqueda continúan, pero las esperanzas de localizar a los desaparecidos se desvanecen con cada día que pasa. Las reuniones entre los partidos se realizan de manera discreta para facilitar el entendimiento, mientras que Canarias sigue recibiendo a más migrantes y menores, quienes se encuentran bajo su tutela sin poder aplicar el protocolo aprobado recientemente.

En otro frente, las fronteras de Ceuta y Melilla han vivido momentos de calma, a pesar de los llamados a la movilización desde Marruecos. La Guardia Civil y la Policía Nacional se mantienen alertas ante cualquier intentar de entrada masiva. En episodios recientes, un intento similar había congregado a unas 3.000 personas, que fueron finalmente detenidas en su intención de acceder a territorio español. Sin embargo, algunos jóvenes lograron cruzar a nado, aunque fueron devueltos a Marruecos sin consecuencias adicionales.

Este fenómeno migratorio es un reflejo de la grave situación económica en Marruecos, donde el 55% de los jóvenes de entre 18 y 29 años ha considerado la emigración, y el desempleo juvenil se sitúa en un alarmante 48,8%, según datos del Barómetro Árabe. La pregunta que se plantea ahora es: ¿será esta tragedia un catalizador para un cambio real en la política migratoria, o simplemente un evento más en un ciclo interminable de debates sin acción? La presión está más presente que nunca, y la urgencia de soluciones viables es inminente.