El Histórico Regreso del Cristo de San Agustín Cierra un Ciclo Inédito en Sevilla
2024-12-21
Autor: María
Después de una misa estacional celebrada por el arzobispo en el magnífico altar del Jubileo, diseñado por Laureano de Pina y que pronto será restaurado, la hermandad de San Roque fue honrada con la medalla de oro de la Virgen de los Reyes. A las ocho y media de la tarde, el eco de las campanas de la Giralda resonó con fuerza, marcando la salida del Cristo de San Agustín por la Puerta de Palos, adornada con un hermoso relieve del Nacimiento del Señor. Con el sonido del himno, la Banda de la Cruz Roja inició la interpretación de 'Asilo y Protector', en conmemoración de los 375 años del Voto realizado por el Cabildo de la ciudad tras la desaparición de la peste en Sevilla, un hecho considerado milagroso.
El recorrido comenzó con una noche cerrada, y mientras algunos asistentes lamentaban no haber podido ver al Cristo en plena luz del día, la ruta, que se modificó en el mismo día, ofreció un contraste sin igual: las luces navideñas en Mateos Gago, la Catedral como pictórica atalaya de fondo y el Cristo de San Agustín sobre el paso del Cristo de las Misericordias, creando una escena inolvidable.
Este evento fue verdaderamente especial, ya que el Cristo de San Agustín no procesionaba desde el 14 de marzo de 1926. Cabe destacar que la imagen que los devotos vieron esa noche no era la original, sino una talla que reemplazó a la que fue destruida durante la trágica Guerra Civil de 1936. Este acontecimiento cumplía un deseo histórico de la hermandad de San Roque, que ha sido la guardiana y promotora de esta profunda devoción.
El Cristo de San Agustín atravesó el barrio de Santa Cruz, acompañado por la melodía de la Banda de la Cruz Roja interpretando 'Cristo en la Alcazaba'. Este trayecto también representó un gesto de agradecimiento hacia la hermandad de Santa Cruz, que cedió el paso, dejando así una de las muchas imágenes inéditas que quedarán en la memoria colectiva de Sevilla.
Con la elegancia que caracteriza a esta cofradía, el Cristo de San Agustín abandonó el barrio de Santa Cruz sin detenerse, avanzando siempre hacia adelante. Solo en la estrecha calle Fabiola, la familia Villanueva realizó una maniobra impresionante, reminiscentes de las espectaculares maniobras que suelen hacer con los titulares de San Bernardo cada Miércoles Santo.
A medida que la procesión se alejaba del bullicio del centro, se tornaba más fácil disfrutar de la entrañable ceremonia, que sin duda adquirirá un gran significado con el tiempo. Era un verdadero placer observar al Cristo de San Agustín cruzar por las calles Madre de Dios y San José. Este sería el recorrido que la cofradía habría seguido el Domingo de Ramos, una perspectiva deliciosa para los sentidos que, lamentablemente, el tamaño de los pasos pudo impedir.
Previo a continuar, se ofreció un saludo a la hermandad de la Candelaria antes de avanzar hacia las calles Águilas y San Esteban, evocando, por momentos, la esencia de un Domingo de Ramos. No obstante, la hermandad decidió descartar el encanto de las calles Imperial y Juan de la Encina, buscando una ruta más directa hacia la parroquia para llegar lo más pronto posible.
Con el respeto y la devoción que caracterizan a esta cofradía, y en un ambiente impregnado de la pureza del barrio, el Cristo de San Agustín regresó a su plaza y a su antiguo convento, el epicentro de una de las devociones más relevantes de la ciudad, que la hermandad de San Roque sigue perpetuando. A la medianoche, la procesión culminó, cerrando así el ciclo de extraordinarias. Un Domingo de Ramos en pleno Adviento y lleno de matices navideños, todo poco convencional, pero impregnado con la inconfundible esencia que hace que Sevilla se distinga.
Este mágico acontecimiento quedará grabado en la memoria de todos los presentes, puesto que el Cristo de San Agustín fue creado, como recordó su hermano mayor, para momentos verdaderamente extraordinarios. Ahora, la ciudad regresa a la normalidad, a la rutina de un año atípico. Por ello, este domingo, último de Adviento, será la Virgen del Rocío del Salvador quien cierre el ciclo de procesiones en Sevilla, prometiendo dejar atrás otro capítulo memorable.