El reino animal no solo nos asombra con su diversidad, sino que también nos ofrece valiosas lecciones para extender nuestras vidas más allá de lo común. Un biólogo ha resaltado algunos hábitos 'extraños' pero increíblemente efectivos de las personas que alcanzan los 100 años, basándose en estudios sobre las famosas 'zonas azules' del mundo.

Las 'zonas azules' son regiones donde la población centenaria es sorprendentemente alta. Investigaciones revelan que los estilos de vida en estas áreas son determinantes para su longevidad. Estas personas tienden a seguir dietas predominantemente vegetales, ricas en verduras, legumbres, granos enteros y nueces. La carne aparece en su dieta, pero en cantidades muy limitadas, y siempre prefieren alimentos frescos y mínimamente procesados. Un estilo de vida alimenticio sencillo y saludable se encuentra entre los principales secretos de su longevidad.

Además, se ha observado que, aunque realizan actividad física regularmente, no lo hacen necesariamente a través de programas de ejercicios formales. Se mantienen activos de forma natural a lo largo del día, mediante actividades cotidianas como caminar, jardinería y otras labores que les mantienen en movimiento, promoviendo así su salud física.

Las relaciones sociales son otro pilar fundamental en la vida de estas personas. En las zonas azules, valoran profundamente los lazos familiares y comunitarios, participando activamente en redes de apoyo mutuo. Esta conexión emocional reduce el estrés y aporta un sentido de pertenencia que es esencial para una vida prolongada.

Un aspecto que sorprende a muchos es la idea de tener un sentido de propósito. En culturas como la japonesa y la costarricense, los centenarios cuentan con una razón significativa para levantarse cada mañana, un concepto denominado 'ikigai', que proporciona dirección y motivación, y inevitablemente contribuye a una actitud positiva y resiliente ante la vida.

Los centenarios también implementan estrategias efectivas para reducir el estrés. Prácticas como la meditación, cortos períodos de descanso durante el día o simplemente pasar tiempo con sus seres queridos son comunes. Muchas de estas personas forman parte de comunidades religiosas, lo que les ofrece un sentido de estabilidad y paz interior.

El entorno en el que habitan también es crucial. En las zonas azules, el diseño urbano promueve el movimiento y favorece la interacción social, mientras que el acceso constante a la naturaleza actúa como un bálsamo para su bienestar. Esta exposición limitada a factores nocivos como la contaminación y el crimen contribuye enormemente a su salud y longevidad, creando un ciclo favorable para vivir una vida larga y saludable.

Estudios recientes incluso sugieren que los hábitos de las personas centenarias podrían tener aplicaciones más amplias en nuestra sociedad moderna. Aplicar sus lecciones podría ayudar a muchos a alcanzar una vida más larga y plena. ¿Quién dijo que vivir más de 100 años es solo un asunto de genética? ¡Los hábitos que cultivamos también cuentan!