Las aerolíneas europeas enfrentan una profunda crisis económica, con sus beneficios en picada. Entre los grandes grupos, solo International Airlines Group (IAG), propietario de Iberia, ha registrado un incremento en sus ganancias, alcanzando los 2.340 millones de euros hasta septiembre, lo que representa un aumento del 8,8%. Sin embargo, la mayoría de las demás aerolíneas están luchando con una alarmante escasez de aviones y una alta inflación que afecta la operatividad.

Este cambio inesperado en el panorama financiero está generando preocupación en la industria. Las compañías aéreas se ven obligadas a reconsiderar sus estrategias de fusión y adquisición, que habían estado en auge en los últimos años. Con los beneficios en descenso, la seguridad de los acuerdos se pone en duda, lo que podría evitar la consolidación esperada.

El sector se enfrenta también a un aumento en los costos de combustible y mayores regulaciones medioambientales, que podrían llevar a una nueva ola de cierres y reestructuraciones. Las aerolíneas no solo tienen que luchar contra problemas económicos, sino que también se ven presionadas por la necesidad de invertir en tecnologías más sostenibles para alinearse con los objetivos ecológicos globales.

En este contexto desafiante, el futuro de la aviación sigue siendo incierto. Los analistas advierten que, a menos que se tomen medidas drásticas y se reactiven los viajes internacionales, podríamos estar ante una posible recesión en el sector aéreo. La incertidumbre se cierne sobre las fusiones que antes parecían inminentes y el destino de las aerolíneas podría cambiar radicalmente en los próximos meses.