Un informe alarmante de la ONU señala que las tácticas de guerra de Israel en Gaza podrían constituir actos de genocidio. Esta declaración proviene de un comité especial designado para investigar las violaciones de derechos humanos que afectan al pueblo palestino y a otros árabes en territorios ocupados. Según dicho informe, Israel ha utilizado el hambre como un arma de guerra, infligiendo castigos colectivos a la población de Gaza, donde más de 43,500 personas han sido reportadas muertas desde el inicio del conflicto el 7 de octubre de 2023.

En una reciente serie de ataques, al menos 15 personas han muerto y 16 han resultaron heridas tras el bombardeo israelí de dos edificios residenciales en los suburbios al oeste de Damasco, la capital siria. La agencia estatal de noticias de Siria, Sana, ha confirmado esta devastadora cifra. Los edificios atacados están situados en el suburbio de Mazzeh, conocido por ser un refugio para líderes de milicias palestinas como Hamás y la Yihad Palestina. El ejército israelí ha defendido el ataque, argumentando que en la zona operaba un comando de la Yihad Islámica, que participó en los ataques del 7 de octubre.

A medida que el conflicto se intensifica, el ministro de Energía de Israel, Eli Cohen, ha declarado que el país está cerca de alcanzar un acuerdo con Hezbolá, aunque condiciones estrictas se deben cumplir para garantizar la seguridad de Israel en la frontera de Líbano. A pesar de estas afirmaciones de progreso, el conflicto no muestra signos de desaceleración.

Recientemente, Human Rights Watch ha acusado a Israel de llevar a cabo una limpieza étnica en Gaza y ha instado a la comunidad internacional a condenar estos actos como crímenes de guerra. En un informe significativo, se detalla que alrededor del 90% de la población de Gaza, es decir, cerca de 1,9 millones de personas, ha sido desplazada, muchas de ellas en varias ocasiones.

A medida que la situación se torna más crítica, se han intensificado los bombardeos en Beirut y el sur del Líbano, con víctimas reportadas y un aumento general en la violencia. Esta escalada de hostilidades ha llevado a un estado de emergencia, donde miles de policías están desplegados en ciudades europeas, como París, en respuesta a posibles disturbios relacionados con el conflicto.

Mientras tanto, se estima que más de 3,300 libaneses han muerto desde el inicio de los ataques en Líbano, lo que resalta la magnitud del conflicto en esta región de cruce y tensión. Los líderes mundiales observan con atención la situación, mientras que las organizaciones humanitarias advierten que los civiles continúan siendo quienes más sufren en esta guerra devastadora.