Patricia Rivadeneira, la aclamada actriz chilena, ha compartido una conmovedora reflexión sobre la enfermedad de Alzheimer que padece su madre, Carmen María Ruiz-Tagle. En una charla reveladora con La Firme de La Cuarta, Patricia expresó su dolor al ver a su madre en esta situación: “Es terrible verla así”, comentó con lágrimas en los ojos.

La artista, que ha sido un referente en la televisión chilena, mencionó cómo el Alzheimer ha transformado la relación entre ambas: “Ves a la persona que empieza a dejar todas sus defensas y se vuelve más tierna y vulnerable, y en eso puedes ser madre de la madre”. Este desgarrador cambio la lleva a cuidar de su madre con devoción, aunque también enfrenta un profundo conflicto interno sobre la manera en que la sociedad trata a los enfermos de Alzheimer.

A sus 60 años, Rivadeneira no pudo evitar cuestionar el sistema actual de cuidado para quienes padecen enfermedades degenerativas. “Me parece anormal”, afirmó. Señaló que en la naturaleza, los mamíferos podrían estar listos para partir en esta situación, a diferencia de lo que sucede con los humanos, donde se lucha por mantener la vida a toda costa. “No tengo claro eso y no me gusta. Encuentro que estamos en un error. No me parece sano”, añadió.

Su experiencia personal fue reforzada por su retorno a Chile tras vivir años en Italia. La actriz reveló que una de las razones de su vuelta fue la preocupación de no haber presenciado el envejecimiento de su madre, quien sufre de Alzheimer.

Patricia, recordando la independencia que le inculcó su madre tras su divorcio, enfatizó la importancia de la resiliencia y el empoderamiento femenino. “Ella hizo que tuviera que ir a trabajar, convirtiéndola en una inspiración que nos impulsó a buscar nuestra autonomía económica y laboral”, concluyó con admiración.

Su testimonio y reflexiones no solo iluminan la dura realidad de las familias que enfrentan esta enfermedad, sino que también invitan a un debate crucial sobre la calidad y la ética del cuidado de la vida en enfermedades terminales. ¿Estamos realmente haciendo lo mejor para nuestros seres queridos?