El pasado fin de semana, la Maratón de Nueva York, uno de los eventos deportivos más importantes del mundo, se llevó a cabo en la Gran Manzana. Este evento, que atrae a corredores de todo el planeta, fue el escenario perfecto para que un curioso competidor chileno robara todas las miradas: Antonio Marshall, conocido como el Forrest Gump chileno.

Marshall viajó hasta Nueva York con un propósito noble: promover la integración y la no discriminación, especialmente en favor de las personas con autismo. Su participación no solo fue notable por su mensaje, sino que también capturó la atención de los medios internacionales, incluyendo una mención especial en el prestigioso The New York Times, que lo incluyó entre 'los 9 looks más memorables' de la maratón.

“Quien diría que un simple corredor sería el foco de atención”, dijo Marshall a BioBioChile, comentando sobre su cobertura en el diario. Relató cómo se enteró de la noticia mientras se encontraba en su hotel, afirmando: “Nunca imaginé que leería sobre mí en el New York Times mientras estaba en Manhattan”.

La aventura de Marshall fue mucho más que una simple carrera. “La experiencia ha sido fantástica. Conocer la ciudad, ver cómo se prepara para este gran evento, todo ha sido parte de un proceso positivo” mencionó. Su entusiasmo fue palpable al recordar lo improbable que era ser destacado entre 55,000 inscritos. “Es algo increíble, todavía no lo puedo creer”, agregó emocionado.

Marshall también compartió que su interacción con la prensa fue rápida pero significativa. Recordó la cercanía de una periodista del New York Times durante su descanso y cómo, entre tanto talento que competía, no podía creer que él fuera a ser mencionado. “Era como un sueño, nunca pensé que podría suceder”, comentó.

El Forrest Gump chileno ha dejado su huella en Nueva York, no solo corriendo 42 kilómetros, sino también extendiendo un mensaje de inclusión y esperanza. ¿Quién dijo que los sueños no se hacen realidad? Con su esfuerzo y dedicación, Antonio Marshall ha demostrado que la perseverancia y el amor por el deporte pueden romper barreras. ¡Increíble!