En una impactante vuelta de los acontecimientos, Mohamed Kabalan, un padre que creyó haber perdido a su hijo Qassem hace dos años, lo encontró con vida entre los prisioneros liberados de la infame prisión de Sednaya. Recibió en 2022 un certificado de defunción, junto con la tarjeta de identidad de su hijo, lo que le arrebató toda esperanza. Sin embargo, todo cambió el pasado diciembre cuando, entre lágrimas de alegría, Mohamed lo abrazó a las puertas del hospital Ibn Al Naffis en Damasco.

La historia de Qassem refleja la angustia de muchas familias en Siria que han sufrido la desaparición de sus seres queridos en un contexto de represión brutal bajo el régimen de Bashar al Assad. Tras su liberación, Qassem compartió impactantes relatos sobre las condiciones inhumanas de las prisiones, describiendo a otros prisioneros como ‘esqueletos andantes’ debido al hambre y al maltrato.

A pesar de su regreso, la preocupación de la familia persiste. Muchos otros prisioneros todavía están desaparecidos, y las cicatrices emocionales y físicas que Qassem trae consigo son un recordatorio de la crueldad del régimen. Esta situación ha llevado a numerosas organizaciones de derechos humanos a exigir una resolución urgente para los cientos de miles de desaparecidos y detenidos en Siria.

El testimonio de Qassem no solo es testimonio de su sufrimiento, sino también de la resiliencia del espíritu humano en tiempos de crisis. Con cada historia como la suya, se alza la voz de aquellos que claman por justicia y verdad en un país desgarrado por la guerra.