Con la fecha de su investidura como presidente electo, Donald Trump, el 20 de enero de 2025, se acerca cada vez más la posibilidad de una intervención militar estadounidense en México. En un controvertido anuncio el 22 de diciembre, Trump afirmó que designará a los cárteles mexicanos de la droga como "organizaciones terroristas extranjeras", prometiendo que esta medida se implementará de inmediato.

La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, respondió rápidamente a esta amenaza. En un acto público, Sheinbaum enfatizó que, aunque México colabora y trabaja en conjunto con Estados Unidos, nunca aceptará subordinaciones: "México es un país libre, soberano e independiente, y no toleraremos injerencias".

Jesús Pérez Caballero, experto en seguridad internacional, advirtió que esta calificación de los cárteles podría dar a Estados Unidos una "carta blanca" para violar la soberanía mexicana, tal como lo ha hecho en el pasado en otras regiones del mundo bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo.

Isidro Morales, académico de la Universidad de Rice, apuntó que el anuncio de Trump no solo es un intento de presionar a México para desmantelar laboratorios de fentanilo, sino también un movimiento político destinado a fortalecer su imagen interna en un contexto electoral. A pesar de esto, Morales considera que es poco probable que el gobierno de Sheinbaum reciba asistencia financiera significativa de Washington para enfrentar el crimen organizado, aunque no descarta una mínima cooperación en inteligencia.

En un escenario aterrador, si los cárteles fueran declarados terroristas, esto podría abrir la puerta a una intervención militar directa, incluyendo el uso de drones para atacar laboratorios en México. Morales advirtió que esta acción podría desatar un fuerte nacionalismo en México, resultando en consecuencias desastrosas para ambas naciones.

Desde otra perspectiva, el analista Carlos López Portillo señaló que una incursión militar estadounidense contradice la imagen que Estados Unidos quiere proyectar como defensor de la democracia en el ámbito internacional. Sin embargo, la historia ha demostrado que Estados Unidos tiene la capacidad de intervenir militarmente en diversos contextos.

Además, López Portillo hizo hincapié en que los cárteles, aunque no tienen una ideología profunda como otras organizaciones terroristas, poseen capacidades armamentísticas y de coordinación que los convierten en un desafío formidable. Trump probablemente utiliza esta retórica para fortalecerse en futuras negociaciones sobre comercio y migración con México, pero una intervención militar no sería un hecho consumado, ya que el Congreso podría oponerse a tales decisiones.

En definitiva, ambas naciones enfrentan un momento crítico en sus relaciones bilaterales. Urge establecer un compromiso mutuo, que reconozca la corresponsabilidad de Estados Unidos como el mayor consumidor de drogas, proveedor de armas y receptor de fondos del crimen organizado. Una colaboración real podría abrir un nuevo capítulo en la lucha conjunta contra el narcotráfico, alejando la posibilidad de un conflicto armado que solo generaría más inestabilidad en la región.