¡Tragedia en Sevilla! El mantero que murió al huir de la Policía tenía un oscuro pasado
2024-12-30
Autor: Laura
Un mantero de nacionalidad senegalesa, cuyo trágico fallecimiento ha conmocionado a la ciudad de Sevilla, estaba en posesión de un permiso de residencia y trabajaba legalmente, según ha confirmado ABC. Sin embargo, hace dos años, este ciudadano había sido condenado a cuatro meses de prisión por atentado a la autoridad.
El destino del fallecido ha llevado mucho luto a su familia. Su cuerpo aún se encuentra en el Instituto de Medicina Legal de Sevilla, a la espera de que un familiar lo reconozca. Entre sus seres queridos, se destaca su hermano, que reside en Barcelona, y su esposa junto a sus tres hijos que viven en Senegal.
El incidente ocurrió cuando el mantero empezó a huir en la Avenida de la Constitución para evitar ser detenido por la Policía Local mientras vendía camisetas de fútbol falsificadas. La persecución culminó en el Muelle de Nueva York, donde, en un acto desesperado, se lanzó al río Guadalquivir. A pesar de los esfuerzos heroicos de dos agentes, quienes se lanzaron al agua para salvarlo, y la rápida intervención de los Bomberos con una lancha neumática, fue imposible rescatarlo. Después de una intensa hora de búsqueda, los servicios de emergencia encontraron su cuerpo sin vida.
Este triste episodio destaca no solo los desafíos a los que se enfrentan los manteros en su lucha diaria por ganarse la vida, sino también la polémica existente en torno a la venta ambulante y la intervención policial. Muchos ciudadanos se preguntan si la situación en la que se encontraba el mantero, así como su condena previa, influyeron en su trágica decisión de escapar. La comunidad de inmigrantes y defensores de los derechos humanos han expresado su preocupación por el trato que reciben estas personas, muchas de las cuales, como este mantero, buscan una mejor vida en España.
La muerte de este hombre nos invita a reflexionar sobre la complejidad de la lucha contra la venta ilegal y las vidas detrás de las cifras, ofreciendo un recordatorio doloroso de que cada historia tiene un rostro humano detrás.