El 5 de noviembre, alrededor de 250 millones de estadounidenses se preparan para las elecciones más intensas de la última década. Si bien Hillary Clinton superó a Donald Trump por 2,9 millones de votos en 2016, el sistema del colegio electoral le permitió al republicano llevarse la victoria. Esto se debe a que el voto en EEUU es indirecto, lo que significa que cada estado asigna sus electores de acuerdo al resultado local y no al total nacional. Para ganar, un candidato necesita obtener al menos 270 votos electorales, de un total de 538.

Los 7 estados clave que jugarán un papel decisivo en este año electoral son el centro de atención. Pensilvania, por ejemplo, presenta un contraste notable entre Pittsburgh y Filadelfia, reflejando la antigua economía industrial y la modernidad, respectivamente. Con una base demócrata sólida desde 1992, se ha convertido en un bastión fundamental para cualquier candidato que se aspire a la presidencia. Biden, originario de este estado, necesitará revitalizar su apoyo, especialmente después de su elección en 2020.

Michigan es otro de los estados que pueden inclinar la balanza. La comunidad afroamericana de Detroit, que anteriormente había visto con buenos ojos a Trump, se ha movilizado en contra del republicano tras sus políticas antiinmigración. La plataforma de Kamala Harris, centrada en el apoyo a los derechos de las minorías, busca recuperar este terreno perdido.

Wisconsin ha cambiado de rumbo en los últimos años. Tradicionalmente republicano, la urbanización y el cambio poblacional han inclinado a este estado hacia una postura más progresista. En 2020, Wisconsin se decidió por un margen de solo un 1%. Ambos candidatos deben poner un fuerte énfasis en movilizar a sus electores en este punto.

Arizona ha sido escenario de una transformación monumental, con una importante cantidad de votantes latinos que desafiaron la tradición republicana, favoreciendo a Biden en 2020. El estado, que alguna vez fue un bastión conservador, muestra señales de un creciente apoyo a los demócratas, puesto que las preocupaciones sobre los derechos de los inmigrantes son cada vez más urgentes.

Georgia se ha convertido en un símbolo del cambio demográfico en Estados Unidos, destacando el poder del voto afroamericano. El aumento del registro de votantes negros fue clave para la victoria de Biden. La creciente población en Atlanta y su influencia progresista podrían ser decisivas una vez más este año.

Carolina del Norte presenta un desafío interesante: aunque tiene menos población afroamericana que Georgia, sigue siendo un estado donde los republicanos pueden mantener una posición. Sin embargo, el ascenso de la clase trabajadora blanca está contrarrestando este punto, y aunque tradicionalmente republicano, el apoyo a los demócratas ha ido en aumento.

Finalmente, Nevada es un estado que ha visto un cambio en su estructura económica, moviéndose del sector agropecuario al turismo. La población latina en este estado ha ido creciendo y representa un porcentaje considerable del electorado. Los demócratas han triunfado en las últimas elecciones, pero no pueden darse por seguros.

Con dos candidatos de perspectivas tan diferentes, el resultado de estas elecciones dependerá en gran medida de la movilización del electorado en estos estados clave. ¿Logrará Kamala Harris reconstruir la coalición demócrata para retener el poder, o Donald Trump resurgirá con su estrategia populista para recuperar el control? La contienda está más abierta que nunca.