¿Puede la guerra generar arte? La literatura que florece entre los escombros de los conflictos balcánicos
2025-01-15
Autor: Ana
En 1969, el destacado escritor yugoslavo Bora Ćosić publicó su obra maestra El papel de mi familia en la revolución mundial, justo en un momento crucial que interrumpía el titoísmo entre las convulsas protestas estudiantiles de 1968 en Belgrado y la turbulenta Primavera croata de 1971. A través de la mirada inocente de un niño en una familia burguesa en declive durante la Segunda Guerra Mundial, el autor ofrece una crítica mordaz a los totalitarismos y a cómo la sociedad se adapta a nuevas ideologías. Aunque el régimen no censuró el libro, su adaptación cinematográfica fue prohibida, revelando así la inquietud que provocaba su sátira.
El uso de la infancia y la adolescencia como herramientas narrativas ha sido una constante en la literatura balcánica. Este enfoque permite cuestionar y desmantelar las perversidades del mundo adulto desde la inocencia. Ivica Đikić alcanzó notoriedad con su novela Cirkus Columbia, donde la imagen de un tiovivo sirve como un símbolo del descenso a los horrores de las guerras de secesión yugoslavas. “Recordaré ese año de 1992 como el único en el que no tuve que recuperar matemáticas. De ahí podemos concluir que la guerra también puede aportar algo bueno”, afirmaba Đikić. Esto refleja cómo las grandes crisis, tanto económicas como morales, se han revisado desde una óptica infantil en diversas obras literarias.
Un ejemplo claro es Una calle sin nombre (La Caja Book, 2020) de Kapka Kassabova, que narra el proceso de reconciliación con Bulgaria, mientras que Física de la tristeza (Fulgencio Pimentel, 2018) de Gueorgui Gospodinov ilustra el tedio y la falta de estímulos en la infancia durante el régimen comunista.
Vladimir Arsenijević fue galardonado con el premio NIN en 1994 por su novela Entre líneas (Edhasa, 1988), una obra que explora temas como las drogas, el sexo y la deserción en un entorno pos-Yugoslavia. Arsenijević sostiene que el realismo literario de los años noventa fue esencial para abordar la trágica realidad del país en descomposición. "Los escritores contemporáneos tienen menos necesidad de reflejar esta realidad de forma casi periodística, lo que les permite experimentar con nuevas técnicas narrativas", destaca.
Nuevas voces como las de Rumena Bužarovska, Ivana Sajko y Lana Bastašić están sacudiendo la literatura regional con relatos que abordan la infancia y las complejas relaciones generacionales. Ivana Simić Bodrožić, en su reciente obra Hotel Tito, no sólo retrata a una niña marcada por el conflicto, sino que también aborda cómo la pubertad y el proceso de autoconocimiento chocan con la identidad de refugio.
Bastašić, al hablar de las generaciones actuales, expresa que "no hay dos mundos diferentes; es el mismo para todos". Sus relatos invitan a reflexionar sobre la responsabilidad en la creación de monstruos, aludiendo a la negligencia y el abuso sin que estos se vean afectados directamente por el conflicto bélico. Este enfoque brinda a los lectores la oportunidad de observar patrones dañinos que se repiten a lo largo de las generaciones.
La demolición de la antigua Yugoslavia ha generado un desorden tanto externo como interno, y la literatura se convierte en un medio para explorar y entender estas fracturas sociales. Dino Pešut, quien recientemente presentó su novela Hijo de papá (Deleste, 2024) en España, observa que “la nueva escritura de la región se centra menos en el conflicto y más en el deseo de entendimiento”. Su obra revela la desconexión emocional entre generaciones, así como las luchas por la aceptación en una ciudad como Zagreb, marcada por el cinismo y las desigualdades.
En un contexto donde los afectos se sacrificaron por la contención emocional y la crisis socioeconómica, el tiempo presente se presenta como una nueva oportunidad de recomposición social. La literatura contemporánea va más allá de contar historias; busca brindar una nueva sensibilidad y esperanza sobre cómo las sociedades pueden reconstruirse desde el dolor y la escasez, ofreciendo un espacio para la sanación colectiva.