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¿Por qué Estados Unidos se siente impotente frente a la guerra en Israel?

2024-10-01

La reciente incursión terrestre de Israel en el Líbano marca un punto crítico en la crisis en Medio Oriente, revelando la creciente incapacidad de Estados Unidos para influir en las acciones de su aliado. A pesar de los llamamientos de moderación y desescalada desde Washington, el primer ministro Benjamin Netanyahu ha decidido continuar su ofensiva contra Hezbollah, desatendiendo así las advertencias de su principal socio internacional.

El presidente Joe Biden se vio obligado a afirmar que "deberíamos tener un alto el fuego ahora", reflejando el creciente desencuentro entre los gobiernos estadounidense e israelí. La retórica y la acción de Netanyahu sugieren que busca actuar sin las restricciones usuales impuestas por la influencia estadounidense, lo que plantea interrogantes sobre el verdadero papel de Estados Unidos en esta ecuación geopolítica.

Desde el ataque de Hamas el 7 de octubre, que dejó unas 1.200 víctimas, Israel ha intensificado sus bombardeos en Gaza y ha tomado medidas agresivas contra Hezbollah. Ese mismo ataque ha traído consigo una ola de violencia que amenaza con expandirse, arrastrando a Estados Unidos, que ha estado intentando mediar, a un conflicto más profundo.

El hecho de que Estados Unidos no fue notificado previamente sobre operaciones claves, como el reciente ataque contra el líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, resalta una desconexión significativa en la comunicación entre los dos países. La diplomacia del secretario de Estado Antony Blinken ha parecido infructuosa ante la continua escalada del conflicto.

El patrón de ignorar los avisos estadounidenses se convierte en una fuente de vergüenza diplomática, mientras Biden enfrenta la presión de sus propios círculos políticos y de los aliados internacionales que piden un enfoque más equilibrado. Además, los costos políticos de esta guerra se están sintiendo tanto a nivel interno como en la percepción de poder global de Washington.

Las tensiones entre EE.UU. e Israel se han intensificado a medida que Netanyahu parece obtener ventajas estratégicas, convencido de que la administración Biden seguirá siendo su garante en temas de seguridad. Sin embargo, Washington tiene responsabilidades y un interés global que abarcan mucho más que solo el apoyo a Israel; hay preocupaciones de que el conflicto mudará hacia una guerra más amplia que podría involucrar a fuerzas externas, particularmente a Irán, exacerbando el problema de seguridad en toda la región.

Un punto crucial es que los intereses de Israel y de Estados Unidos en esta situación parecen estar alineados de manera conflictiva. Mientras que Israel ve la escalada de la violencia como una cuestión de supervivencia, la administración Biden trata de evitar un involucramiento militar directo que reabra las heridas de guerras pasadas en Irak y Afganistán. Más aún, las consecuencias humanitarias en Gaza y Líbano están creando presiones adicionales sobre Biden, dando lugar a divisiones dentro del Partido Demócrata y complicando su reelección.

Otro factor que complica las relaciones es el creciente poder de los partidos extremistas dentro de Israel, que han hecho que la diplomacia y el diálogo sean cada vez más difíciles. La falta de líderes moderados y la dependencia de Netanyahu de un gobierno de coalición agresivo han confines las posibilidades de soluciones pacíficas.

Esta situación destaca la ironía de que Estados Unidos, que previamente ejercía una influencia significativa en la región, ahora se siente atrapado y impotente mientras su aliado toma decisiones unilaterales.

El futuro panorámico del conflicto parece sombrío. La posibilidad de una escalada en el Líbano o el involucramiento directo de Irán, sumado a la conmoción y reacciones en el ámbito internacional, hace que la situación sea más volátil. A medida que se intensifica el caos, se intensifican también las amenazas a la visión de estabilidad que EE.UU. aspira a lograr en una región marcada por años de conflictos.

Se estima que más de 10.000 civiles palestinos han muerto desde el inicio de los ataques, lo que ha generado indignación internacional y protestas en varias ciudades del mundo. Diferentes organizaciones de derechos humanos están pidiendo al Consejo de Seguridad de la ONU que tome medidas para proteger a los civiles y poner fin a las hostilidades. A medida que las tensiones aumentan, es fundamental observar las repercusiones que estas acciones tendrán en la política global y la seguridad de la región.