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¿Podrá Estados Unidos preservar sus ideales democráticos ante la creciente polarización y extremismo?

2024-11-01

Autor: Marta

Todo comenzó en 1787

La Constitución de Estados Unidos, la más antigua del mundo vigente, se llevó a cabo en 1787. Sus primeras palabras son "Nosotros, el pueblo de Estados Unidos...".

Ann Telnaes, viñetista reconocida y ganadora del Pulitzer, expresa que su visión idealizada del país incluía a todos, pero la realidad es bien diferente. Elie Mystal, escritor y periodista, enfatiza que aquellos que redactaron la Constitución eran en su mayoría hombres blancos y acomodados de clases privilegiadas, muchos de los cuales tenían esclavos. Aurea, la condición de ser un hombre blanco, y pertenecer a una clase alta, era vital para tener voz en esa época.

“El proceso de inclusión fue lento y, en muchos casos, revertido”, acota la profesora de la Universidad de Nueva York, Melissa Murray. Según ella, hay elementos antidemocráticos que han estado incrustados en la Constitución desde su concepción. La escritora y fiscal electoral Gowri Ramachandran añade que ha existido una larga historia de obstaculización del voto a las minorías, un reflejo de su origen elitista.

La transformación demográfica del país es abrumadora. En 1976, el 89% del electorado era blanco; hoy, ese número ha disminuido al 68%. Estos cambios han provocado un tipo de resistencia y un sentimiento de amenaza en varias identidades, lo cual ha contribuido a la creciente polarización.

Los analistas coinciden: la democracia estadounidense atraviesa uno de sus momentos más críticos en 250 años. La complejidad del sistema político vigente permite abusos de poder y desinformación, contribuyendo a una crisis generalizada de confianza en las instituciones.

"Estoy muy preocupada por la democracia en Estados Unidos", admite Telnaes, destacando una tendencia alarmante: intentos de imponer creencias y limitar las libertades individuales, a menudo bajo la tutela de la propia Constitución.

El 6 de enero de 2021

La polarización social ha alcanzado niveles peligrosos. Heather Cox Richardson, historiadora, advierte que muchos se han equivocado al suponer que la democracia está segura solo porque no hay presencia militar en las calles. Telnaes sentencia que el ciudadano promedio subestima el peligro actual.

Los disturbios del 6 de enero, cuando seguidores de Trump asaltaron el Capitolio, indican que la lucha por la libertad democrática es continua. Levitsky, politólogo de Harvard, refuerza esta idea al subrayar que este episodio fue un claro recordatorio de la fragilidad democrática.

A su vez, el sistema judicial está bajo el microscopio. Mystal critica la estructura del Tribunal Supremo, argumentando que su naturaleza antidemocrática se manifiesta al ser nombrados de forma vitalicia por el presidente, lo que puede frenar la voluntad popular.

La democracia estadounidense enfrenta enormes desafíos. Muchos creen que se requieren cambios constitucionales urgentes para adaptarse a una sociedad diversa y en constante evolución. Sin embargo, la capacidad de realizar tales modificaciones es limitada, ya que la Constitución actual es una de las más difíciles de cambiar en el mundo. Se requiere la aprobación de dos tercios de ambos órganos legislativos y la mayoría de los estados.

Las democracias caen más a menudo debido a elecciones que a la violencia.

El próximo martes, los ciudadanos estadounidenses tendrán una nueva oportunidad para reafirmar su compromiso con la democracia. Como señala Richardson, "las democracias caen muchas más veces en las urnas que por las balas".