La controversia entre el cantante Manu Tenorio y sus inquilinos ha trascendido a la política, generando reacciones contundentes. Pablo Iglesias, exlíder de Podemos, no ha dudado en criticar la actitud del artista, calificándola de 'chulesca' y 'matón' durante su participación en el programa 'Mañaneros' de TVE. Este conflicto se centra en una vivienda en Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, que Tenorio ha denunciado como 'inquiokupada'.

La situación ha tomado un giro significativo en las últimas semanas, con Iglesias afirmando que Tenorio lleva más de un año intentando desalojar a unos inquilinos a quienes acusa de no pagar el alquiler. La indignación del cantante fue evidente en un video que, aunque fue eliminado poco después de ser publicado, ya había causado un gran revuelo en las redes sociales, convirtiéndose en uno de los motivos detrás de las críticas de Iglesias.

Iglesias hizo hincapié en que la forma en que Tenorio se expresa es inaceptable: 'Ya está bien de fachas y chulos', afirmó, subrayando que es indecente la tendencia a criminalizar a los más vulnerables. Defendió a los inquilinos, señalando que se encuentran en una posición de desventaja y no tienen los mismos recursos que el artista para defenderse.

Por otro lado, Manu Tenorio ha respondido ante la controversia con diversas apariciones en medios, defendiendo su postura respecto a la falta de pago de sus inquilinos y pidiendo claridad sobre su situación con Hacienda. En las redes sociales, retó a Iglesias a invitarlo a su canal, 'Canal Red', para ofrecer su versión de los hechos: 'Si Pablo Iglesias invitó a los inquiokupas para defender sus derechos, exijo que también me invite a mí', declaró el cantante.

Mientras el debate se intensifica, Iglesias sostiene que figuras públicas como Tenorio utilizan su plataforma para victimizarse, mientras que los más desfavorecidos son continuamente criminalizados. 'Quien está en una situación de vulnerabilidad no tiene acceso a los platós de televisión para defenderse', concluyó Iglesias, enfatizando la desigualdad que persiste en este tipo de conflictos. Este episodio resalta la creciente tensión entre la cultura pop y las cuestiones sociales, cuestionando quién tiene realmente la voz en estos debates y cómo se distribuyen los espacios en los medios para diferentes narrativas.