Miguel Bosé ha vuelto a generar controversia con sus declaraciones cargadas de teorías conspiranoicas. Desde el inicio de la pandemia, el cantante ha sido objeto de duras críticas por sus posturas negacionistas. Recientemente, hizo alusión a la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que ha afectado gravemente a la Comunitat Valenciana, Castilla-La Mancha y Andalucía, como fuente de sus ideas inquietantes.

A través de su cuenta de Instagram, Bosé lanzó una acusación alarmante: "Todo está provocado por una panda de delincuentes malnacidos con prácticas como la ingeniería química, chemtrails y HAARP". Además, continuó con sus críticas a la gestión de la crisis sanitaria del Covid-19, afirmando que "todo esto lo provocan para lucrarse, tal y como sucedió con las vacunas y mascarillas durante la plandemia".

En un tono más ardiente, Bosé no pudo contener su indignación hacia la Agenda 2030, expresando: "Estoy que me llevan los demonios y les pido a todos que levanten sus voces y su furia para poner fin a una Agenda 2030 que solo favorece a una élite".

Reacciones como las de Mónica Naranjo y Carmen Lomana han respaldado al artista, quienes aplaudieron sus opiniones en un intento por dar voz a sus inquietudes. Sin embargo, muchos expertos advierten sobre el peligro de propagar tales teorías, especialmente en un contexto tan crítico como el actual.

El impacto de la DANA ha dejado huellas visibles en las comunidades afectadas, con daños materiales y un repunte en la preocupación por el cambio climático, un tema que Bosé parece ignorar en favor de sus teorías. La situación actual exige una reflexión profunda y un enfoque basado en la ciencia para abordar los retos que enfrentamos como sociedad.

La polémica nuevamente destaca el fino hilo entre la libertad de expresión y la responsabilidad social de los artistas. Kon la influencia de Bosé en la cultura popular, es crucial que las afirmaciones se hagan con base y evidencias, evitando la desinformación en momentos de crisis.