Ciencia

Los Genes de la Guerra: ¿Instinto o Estrategia?

2025-01-23

Autor: Marta

"Los seres humanos son animales, y sus rasgos como animales son en gran medida la base de la vida social de la especie, que se expresa según las tendencias biológicas de respuesta emocional e instintiva innatas a ella." Este extracto de la obra 'Sociología' (1968) de Salvador Giner, nos lleva a reflexionar sobre un tema controversial: la guerra y su relación con nuestros genes.

La guerra, un fenómeno global que ha acompañado a la humanidad desde sus inicios, ha sido una forma de resolver conflictos a través de la violencia. Desde el más remoto pasado hasta nuestros días, ha estado presente en cada civilización, lo que sugiere que podría estar inscrita en nuestra naturaleza biológica. Cuando otros métodos de resolución han fallado o cuando un grupo se siente particularmente fuerte, la guerra se convierte en una opción.

Los chimpancés, nuestros parientes más cercanos, también muestran comportamientos bélicos interesantemente similares. Cuando un grupo de chimpancés estima que puede vencer a otro, no dudan en atacar, acabando con sus enemigos y tomando el control de su territorio. Esto plantea la duda: ¿son los mecanismos que rigen la guerra en los humanos el resultado de instintos primitivos heredados?

A lo largo de la historia, la competencia territorial ha sido un motor de conflictos. Desde las tribus nómadas que luchaban por recursos limitados hasta las formaciones de grandes ejércitos en la era moderna, como los de Israel, Rusia y los Estados Unidos, la guerra ha moldeado el curso de la historia humana. Estas dinámicas han permitido un enorme crecimiento demográfico, pero también un incremento en la violencia y la búsqueda de recursos por parte de grupos humanos entre sí.

La sociología también sugiere que los ejércitos a través de la historia casi siempre han sido masculinos, lo que plantea preguntas sobre la influencia biológica en el liderazgo bélico. Desde un punto de vista genético, la testosterona juega un papel fundamental en el comportamiento agresivo y territorial. Los hombres, portadores del cromosoma Y, tienden a mostrar esta dominación territorial más que las mujeres.

Sin embargo, no debemos caer en simplificaciones; la violencia no nace de un solo gen. Recientes estudios han revelado que existen múltiples genes involucrados en comportamientos violentos, así como la influencia de factores sociales y ambientales. Por ejemplo, el contexto en el que se cría a un niño puede determinar si se convertirá en un individuo violento o no.

Hoy en día, muchos se sienten escépticos ante la idea de un mundo sin guerras, especialmente en regiones donde la violencia es cotidiana. Sin embargo, es alentador observar que ciertas naciones han encontrado formas efectivas de resolver sus conflictos pacíficamente. France y Alemania, que apenas hace un siglo estaban en guerra, hoy son aliados. En contraste, otros lugares siguen lidiando con ciclos de violencia que parecen no tener fin.

Al final, la historia de la humanidad está marcada por la lucha y la guerra, pero también por el deseo de paz. La dualidad de nuestro ser, instintivamente agresivo pero también capaz de razonar y crear leyes, es lo que nos hace humanos. ¿Podremos finalmente aprender de nuestra historia y superar estos instintos primitivos? El futuro lo dirá.