Iván, visiblemente emocionado, inició su discurso con una dura crítica sobre la percepción actual hacia los agentes de la ley. «No me digan que no es extraordinario ser, en el mismo día, un asesino, racista, marioneta del poder, abusador, y de repente, héroe», subrayó el agente en un acto de entrega de premios en reconocimiento a la labor de las fuerzas de seguridad. Este impactante comentario resonó en la sala, haciendo eco de un descontento que muchos en su profesión comparten.

Durante su intervención, Iván recordó a sus compañeros que han perdido la vida en el cumplimiento del deber, haciendo referencia a los brutales ataques sufridos por la Guardia Civil en Cádiz en su lucha contra el narcotráfico. «Cuando un desalmado sobrepasa, con su lancha de mayor potencia, a la barquichuela de seis guardias civiles, o cuando los narcos embisten sin miramientos el vehículo de otros compañeros para intentar escapar, o cuando un hombre o mujer intenta agredir a un policía con un hacha, un cuchillo o un palo, y nada cambia, eso es inaceptable», confesó visiblemente afectado.

Con estas duras palabras, el agente expuso lo que percibe como una falta de apoyo por parte de las instituciones. Afirmó que, en lugar de proporcionar más herramientas para combatir la criminalidad, el Gobierno parece optar por restringir la autoridad de los cuerpos de seguridad. «Se está ideando la forma de quitarnos más autoridad para dársela al criminal, no vaya a ser que ellos también se enfaden», manifestó el galardonado, evidenciando el creciente sentimiento de desamparo entre sus compañeros.

En un tono cada vez más crítico, Iván manifestó su frustración ante unas políticas que, a su juicio, favorecen a los delincuentes en lugar de proteger a las víctimas. «¿Por qué no quieren acabar con el mal y solo se dedican a desmantelar a los buenos?», se preguntó retóricamente, pidiendo a las autoridades que se les dote de herramientas efectivas, como cámaras corporales, para visibilizar las dificultades que enfrentan en su trabajo diario. «A nosotros nos da igual ser atacados, lo que realmente nos molesta es que la okupa esté haciendo la vida imposible a nuestra madre, o que un miserable amenace a nuestra hija con una navaja para robarle el móvil cuando vuelve de fiesta, o que un canalla golpee a nuestro abuelo para robarle su pensión», añadió, con ejemplos de la violencia cotidiana que enfrentan.

La súplica de un cambio real

El emotivo discurso de Iván no solo fue una crítica directa a la gestión del ministro del Interior, sino también un llamamiento desesperado por un cambio significativo en las leyes que regulan la seguridad en España. «Hagamos de esto una crítica constructiva, porque algo debe cambiar, por su bien, por el nuestro y por el de nuestros seres queridos», concluyó, dejando a la audiencia reflexionando sobre la necesidad urgente de reformar el sistema de justicia y protección. Las palabras de Iván no solo son un eco de las frustraciones de muchos policías, sino también un grito por una sociedad más justa y segura para todos.