En un caso que ha captado la atención nacional e internacional, ocho años de exhaustivos informes por parte de servicios sociales y psicólogos forenses en Italia han mostrado un panorama completamente diferente al que Juana Rivas ha defendido en España. Estos informes no han evidenciado disputa alguna entre el padre, Francesco Arcuri, y su hijo, Daniel. Al contrario, se ha documentado un ambiente de crecimiento y protección en el que el niño se ha destacado académicamente.

A lo largo de los años, el tribunal italiano y los expertos han observado cómo el menor ha manifestado en varias ocasiones que su madre, Juana, y su hermano mayor, intentaron manipularlo. En sus interacciones, el niño confesó que su madre le había hecho creer que su padre lo maltrataba, lo cual fue desmentido por el propio niño.

Rivas ha enfrentado varias condenas por desacato a las resoluciones judiciales cuando intentó quedarse con Daniel en España, separándolo de su padre. Su comportamiento culminó en una condena de dos años y medio de prisión, aunque posteriormente fue indultada por el Gobierno de Pedro Sánchez.

Un dato inquietante es que, a pesar de las órdenes del tribunal italiano, Daniel fue enviado a España para pasar las navidades, a pesar de que la madre estaba prohibida de llevarlo a médicos o psicólogos salvo en casos de emergencias. Además, el tribunal había estipulado que el niño debía comunicarse diariamente con su padre durante su estancia en Granada, pero eso no sucedió.

Ahora, a medida que el caso se desarrolla en el juzgado de Violencia contra la Mujer en Granada, la historia toma un giro adicional. Francesco Arcuri ha presentado argumentos sólidos apoyados por la justicia italiana que demuestran que su hijo debe estar con él, pues los constantes informes de los servicios sociales italianos no han encontrado pruebas de abuso paterno. En cambio, la Justicia española ha considerado las denuncias de Juana, que han sido cuestionadas por la fiscalía italiana.

Los conflictos han reverberado a través del tiempo: en 2023, un juez italiano criticó a Rivas por no permitir que los niños regresaran a Italia y ordenó que asistiera a sesiones educativas sobre paternidad. En una sentencia devastadora para Juana, se destacó que había inducido a Daniel a presentar acusaciones falsas contra su padre, generando confusión en el niño.

El último episodio ocurrió el 6 de septiembre, donde Daniel expresó su deseo de que su madre y hermano fueran a verlo a Italia en lugar de viajar él a España, indicando que se encontraba bien y planeando disfrutar de vacaciones con su padre. Esta declaración es un claro indicativo de la relación positiva que mantiene con Francesco Arcuri, en contraposición a lo que Rivas ha intentado comunicar al público.

A medida que este complejo caso avanza, las decisiones de ambas justicias, italiana y española, son observadas por una sociedad dividida. Los argumentos de Arcuri, respaldados por informes contundentes y la autoridad judicial italiana, podrían cambiar el rumbo de esta historia familiar desgarradora. ¿Quién realmente tiene la razón en esta batalla legal que parece no tener fin?