El Prinsjesdag, una de las fechas más esperadas del calendario de la familia real holandesa, tuvo lugar el tercer martes de septiembre, y este año la protagonista indiscutible fue la joven princesa Alexia de Holanda. Acompañada de sus padres, los reyes Guillermo y Máxima, y su hermana, la princesa heredera Amalia, Alexia capturó todas las miradas con un estilismo que no pasó desapercibido.

La princesa subió a un carruaje real, acompañada por sus tíos, Constantino y Laurentien, para dirigirse al Palacio Noordeinde. Durante el trayecto, destacó por llevar un impresionante vestido que pertencía a su madre, la reina Máxima, confeccionado por la prestigiosa marca Natan. Este look, de un vibrante color rojo, fue utilizado por primera vez en el Prinsjesdag de 2002, lo que convierte a esta elección en un fabuloso ejemplo de moda sostenible y reciclada.

El vestido, con un escote en pico profundo que realza su juventud, presenta un diseño que mezcla lo clásico con lo moderno, evidenciado por las mangas largas y una faldaA con vuelo. En lugar de optar por tiaras o joyas ostentosas como su madre, Alexia decidió mantener un estilo más sencillo, complementando su atuendo con pendientes dorados en forma de triángulo y guantes cortos de piel, además de una elegante bolsa de mano a juego.

Un accesorio que no pasó desapercibido fue la banda con el broche de la Gran Orden del León de los Países Bajos, que las dos hermanas lucieron con orgullo, simbolizando su pertenencia a la realeza. En contraste, la princesa Amalia optó por un vestido verde botella de la marca Safiyaa, una elección de moda que ha utilizado en varias ocasiones. Sin embargo, el mismo diseño ya había sido visto recientemente en la famosa Sarah Ferguson, lo que generó cierta controversia sobre quién lo lleva mejor.

Los honores y el esplendor de este tradicional evento resaltan no solo la moda de la realeza, sino también el lazo familiar que une a las generaciones de mujeres en la familia real de los Países Bajos. La decisión de Alexia de reutilizar un vestido de su madre ha sido aclamada como un gesto moderno y responsable, ideal en un mundo cada vez más consciente de la sostenibilidad.