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La Piedad Popular: El 'Sistema Inmunológico' del Papa Para La Iglesia

2024-12-13

Autor: Antonio

Marie Duhamel - Ciudad del Vaticano

El Papa Francisco regresa a Francia el próximo domingo 15 de diciembre, visitando por primera vez Ajaccio, la capital de Córcega, a poco más de un año de su visita a Marsella. Este viaje se produce justo antes de su 88º cumpleaños y tiene como principal objetivo clausurar un congreso que celebra la religiosidad popular en el sur de Europa. La relación del pueblo corso con sus tradiciones religiosas será un punto focal en su visita.

Nacido en Argentina, un país donde la religiosidad popular es un pilar fundamental de la cultura, el Papa tiene un vínculo muy fuerte con esta manifestación de fe. Su relación con la fe fue moldeada desde joven por su abuela, quien lo llevó a arrodillarse en la calle durante las procesiones de Semana Santa, un acto que dejó una huella profunda en su espiritualidad.

La piedad popular, según la teóloga Vèronique Lecaros de la Universidad Católica de Lima, puede considerarse el 'sistema inmunitario' de la Iglesia. Ella explica que se traduce en prácticas que van más allá de los sacramentos, como el uso de agua bendita, procesiones, peregrinaciones y la veneración a los santos. Esta forma de vida religiosa se vive de manera intensa en América Latina, siendo una manifestación cultural que conecta profundamente a las personas con lo divino.

En América Latina, donde la religiosidad popular es parte integral de la vida cotidiana, la importancia de bendecir objetos y lugares sigue siendo fuerte. Desde bendiciones de automóviles hasta ceremonias en hipódromos, la espiritualidad se entrelaza con la vida diaria de una manera palpable. A diferencia de las sociedades más secularizadas, Latinoamérica presenta una visión de lo sagrado que se manifiesta en cada rincón de la vida, describiendo lo que algunos investigadores llaman "encantamiento".

La religiosidad popular no solo es un fenómeno cultural, sino que también ha sido objeto de tensión con las corrientes evangélicas que han criticado estas prácticas. Sin embargo, el Papa Francisco ha enfatizado la importancia de la espiritualidad del pueblo como un reflejo de la sabiduría colectiva y como un motor para la piedad, garantizando su lugar dentro de la Iglesia.

En 2007, durante el encuentro en el santuario de Aparecida, el entonces cardenal Bergoglio redactó un documento que reconocía la piedad popular como una forma legítima de vivir la fe. Esto marcó un cambio significativo en la percepción de la Iglesia hacia estas prácticas que antes fueron rechazadas. Aunque persiste la crítica hacia la piedad popular, especialmente por la competencia de grupos evangélicos, la Iglesia busca encontrar un equilibrio que permita que estas expresiones de fe coexistan.

La integración de la piedad popular en el discurso teológico del Papa también enfatiza la solidaridad entre los marginados, un tema central en su papado. Francisco ha manifestado que la piedad popular no solo ayuda a mantener viva la fe, sino que también es un método para enfrentar desafíos contemporáneos como la secularización y el consumismo.

Además, la importancia de la conexión del clero con la comunidad es primordial. El Papa ha instado a los obispos a “oler a oveja”, refiriéndose a la necesidad de estar en contacto directo con las vivencias del pueblo. Este acercamiento es fundamental para comprender y guiar la práctica de la fe, destacando la ternura y la solidaridad en la vida cristiana.

Sin embargo, la piedad popular enfrenta desafíos, incluyendo el riesgo de ser cooptada por intereses económicos y políticos. Francisco, desde el inicio de su pontificado, ha denunciado cómo las mafias en Italia utilizan prácticas religiosas para blanquear dinero. Su llamado a la purificación de la piedad popular refleja su deseo de proteger la esencia de estas prácticas de la manipulación.

Finalmente, el enfoque actual hacia una mayor sinodalidad busca escuchar la voz del pueblo de Dios, considerando que su sabiduría es clave para definir la dirección futura de la Iglesia. Esta interacción entre el clero y la comunidad es una forma de discernimiento que puede ayudar a purificar y revitalizar la piedad popular dentro de la tradición católica.