En los pasillos del Palacio de Cibeles, ayer algunos se mostraron sorprendidos por lo que debería considerarse normal. «Parece que el Pleno ha recuperado un poco de calma», reflexionaban cuestionando el inicio tumultuoso del curso pasado, marcado por la famosa polémica entre el socialista Daniel Viondi y el alcalde José Luis Martínez-Almeida durante la presentación de Reyes Maroto como portavoz municipal del PSOE. Ayer, en ese gran salón, se encontraba María Caso, quien recordaba la inestabilidad política de aquellos tiempos. «En aquel entonces no había Gobierno en España y el ambiente político era muy tenso», afirmaba, mientras todos reflexionaban sobre el dramático verano que acabó de pasar, marcado por las repercusiones de las elecciones generales que cambiaron radicalmente el clima político.

En medio de susurros sobre Bildu, Junts y la cuestión de la amnistía, se desarrolló la sesión del Pleno en el que el PSOE y Más Madrid finalmente se unieron en una coalición de Gobierno. Mónica García, líder de Sumar, tomó las riendas del área de Sanidad, mientras que la ministra de Vivienda, Isabel Rodríguez, se sentó al lado de Almeida para revitalizar la 'Operación Campamento' de cara a la Navidad. Este episodio tuvo un impacto significativo, ya que fue allí donde se destapó la primera gran grieta entre las dos alas de la izquierda en Madrid, un conflicto que también resonó en el Consejo de Ministros.

Después de 35 años de interrupciones y retrocesos, se aprobó la esperada 'Operación Campamento' con el apoyo del PP, Vox y, por supuesto, del PSOE, que no escatimó esfuerzos en presentar esta decisión como un triunfo personal de Pedro Sánchez. «Hoy es un día muy importante porque cumplimos una promesa de Pedro Sánchez que había estado atascada durante décadas», afirmó Antonio Giraldo, concejal del PSOE, quien lanzó críticas hacia el principal partido de la oposición: «Me ha dolido que voten en contra, esto no es solo un proyecto urbanístico. Es una oportunidad única, era ahora o nunca».

El ambiente en el Partido Popular se animó notablemente, ya que nunca antes se había presenciado una separación tan marcada entre las fuerzas de la izquierda. La exministra Reyes Maroto expresó su desacuerdo y defendió la postura de Sánchez: «No puedo compartir el voto negativo de Más Madrid. O era hoy o no se haría nunca». Mientras tanto, en la sala estaban presentes miembros de la Entidad Pública Empresarial de Suelo (SEPES), dueña de los más de dos millones de metros cuadrados de terreno, donde se proyectan 10,700 viviendas, de las cuales 7,000 contarán con algún tipo de protección. Las obras están previstas para comenzar a finales de 2024 o principios de 2026.

Sin duda, el voto en contra de Rita Maestre no sorprendió, pues habían dejado claro su posición de antemano. Sin embargo, marcó una herida en la izquierda madrileña, que históricamente había unido fuerzas en cuestiones municipales, encontrando en este caso intereses divergentes. «Es una oportunidad perdida», sentenció Maestre, quien añadió que el acceso a la vivienda es uno de los mayores retos en España. "Cuando mi hija termine el instituto, no podrá acceder a esas viviendas de alquiler, ya que solo quedará un 7% de ellas. Es fundamental proteger el suelo público".

Este conflicto no solo refleja la desavenencia entre las fuerzas políticas a nivel nacional, sino que también refleja un cambio crucial en la dinámica local. Según una reciente encuesta realizada por el PP en mayo, el PSOE aventajaría a Más Madrid en intención de voto, con cifras cercanas a las de Vox. Esto sugiere que la fragmentación política podría intensificarse en el futuro, planteando nuevos desafíos tanto para la izquierda como para el Gobierno de Sánchez.