Esta semana, el conflicto en Oriente Medio ha alcanzado un nuevo punto crítico tras el lanzamiento de más de 180 misiles balísticos por parte de Irán hacia Israel, en respuesta a la eliminación de líderes de Hamás y Hezbolá por el ejército israelí. La contundente acción de Teherán ha sorprendido a muchos expertos, lo que lleva a preguntarse cuáles serán los próximos movimientos de Israel.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, no tardó en prometer una contundente respuesta, afirmando: “A quien nos ataca, nosotros le atacamos”. Intensificándose así la posibilidad de una guerra a gran escala que podría involucrar a otros actores internacionales, incluyendo a Estados Unidos.

La condena internacional no se hizo esperar, con la Administración Biden reafirmando su apoyo a Israel y advirtiendo sobre las “graves consecuencias” que enfrentaría Irán. Sin embargo, Biden instó a evitar ataques contra las instalaciones nucleares iraníes, un punto que podría complicar las acciones militares israelíes.

El conflicto contínua en Gaza, donde más de 40,000 palestinos han muerto, y la situación se está complicando. Hamas ha sido debilitado, pero aún posee influencia sobre la población palestina. En Cisjordania, las operaciones israelíes contra el aumento de ataques terroristas continúan, alimentados por el apoyo iraní.

Además, las fuerzas de Irán, a través de milicias chiítas en Irak y Siria, y los hutíes en Yemen, están intensificando sus ataques contra Israel. Esta situación ya ha forzado a más de 60,000 israelíes a abandonar sus hogares debido a los ataques de Hezbolá desde el Líbano.

Las IdF (Fuerzas de Defensa de Israel) están llevando a cabo una campaña militar en varios frentes, incluyendo la neutralización del arsenal de Hezbolá, que asciende a unos 150,000 misiles. Las tensiones han escalado a tal punto que se ha planificado una incursión directa en Líbano para prevenir un ataque masivo por parte de Hezbolá.

Israel está utilizando un sistema avanzado de defensa antimisiles, pero el lanzamiento de misiles iraníes ha generado temores de represalias. Si Israel opta por atacar infraestructuras críticas de Irán, podría causar caos interno y poner en peligro la estabilidad del régimen de Teherán. Esto incluye posibles ataques a redes de comunicación y a la industria del petróleo que financia a la Guardia Revolucionaria Islámica.

La comunidad internacional, incluido el gobierno estadounidense, está observando de cerca, aunque las voces más conservadoras en EE. UU. están exigiendo una respuesta más severa contra Irán. Sin embargo, Biden prefiere una estrategia más medida.

Los movimientos de ambos lados son cruciales, ya que cualquier acción desmedida podría arrastrar a la región a un conflicto aún mayor. El círculo de violencia parece no tener fin: Israel respondió al ataque de Hamás con una potente campaña asimétrica, debilitando al grupo militante, mientras que Hezbolá e Irán han subestimado la determinación israelí.

Israel se encuentra en un momento crítico, con un estrecho margen para actuar y una potente necesidad de enviar un mensaje claro: no tolerará ataques en su suelo. ¿Esto desencadenará una escalada aún mayor en la región? Las próximas horas son fundamentales.