Desde hace varios meses, la situación del seleccionador nacional, Luis de la Fuente, está causando consternación en el entorno del fútbol español. Roberto Gómez, reconocido comentarista, expuso en varias ocasiones que el riojano estaba siendo ignorado por la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) respecto a su situación contractual. A pesar de que existían negociaciones en términos de tiempo, firma y dinero, hasta ahora, nadie ha tenido la decencia de sentarse con él para ofrecerle un contrato digno, reflejando su aporte al equipo tras la reciente Eurocopa ganada.

Al principio, muchos pensaron que se trataba simplemente de rumores malintencionados, sin embargo, la incomodidad de De la Fuente va en aumento, evidenciando una injusticia que nadie se atreve a afrontar. Aunque en diversas ocasiones ha priorizado el interés del equipo sobre sus propias quejas, la situación comienza a ser insostenible lejos de los micrófonos.

El viernes pasado, después de presentar su última lista de convocados, De la Fuente dejó entrever su descontento en un programa de la Cadena SER. Su clara reivindicación y queja respecto a su situación contractual fueron bien recibidas, y no es para menos, ya que entrenadores anteriores como Luis Enrique, Aragones, Del Bosque y Lopetegui nunca tuvieron que lidiar con este tipo de desconsideraciones.

Este contexto refleja una profunda crisis dentro de la RFEF, con Pedro Rocha inhabilitado y la situación política del organismo siendo más precaria. La interina María Ángeles García Chaves, conocida como 'Yaye', navega un terreno complicado mientras intenta esquivar problemas legales que acechan a la federación. En el fondo, la única meta parece ser preparar una candidatura exitosa para el Mundial de 2030, pero el verdadero desafío reside en cómo pueden seguir adelante sin garantizar el respeto y bienestar de su propio seleccionador.

En este clima de incertidumbre y falta de respeto institucional, ¿qué futuro le espera a Luis de la Fuente? La comunidad futbolística observa con interés y preocupación, esperando que se tomen decisiones que, no solo favorezcan al equipo, sino que también reconozcan el esfuerzo de quienes lo dirigen. Lo cierto es que en un deporte donde el respeto y la dignidad deberían ser la norma, la situación actual resulta inaceptable.