El 8 de enero, la nave BepiColombo completó con éxito su sexto sobrevuelo del enigmático Mercurio, el planeta más cercano al Sol. Esta maniobra es parte de un elaborado baile cósmico que llevará a la misión a alcanzar una órbita estable alrededor de Mercurio a finales de 2026. Pero este vuelo no solo fue crucial para ajustar la trayectoria de la nave; también ha transportado imágenes de la superficie del planeta que ofrecen un increíble valor científico.

Las imágenes tomadas durante el sobrevuelo revelan detalles fascinantes de algunos de los cráteres de impacto más notables cerca del polo norte de Mercurio. Estas áreas, con su terreno profundamente sumido en sombras permanentes, son los lugares más gélidos del sistema solar y podrían resguardar hielo de agua en sus interioridades. Además, las fotografías capturan las vastas planicies del norte, que relatan un pasado geológico activo, marcado por grandes erupciones de magma.

Mercurio es un mundo escasamente explorado. Su proximidad al Sol dificulta la conquista de una órbita estable a su alrededor, lo que requiere numerosas correcciones de trayectoria para permitir que la gravedad del planeta atrape a la nave. Hasta la fecha, el único precedente de una misión orbital a Mercurio fue la NASA con su misión Messenger, que operó entre 2011 y 2015.

BepiColombo, un ambicioso proyecto liderado por la Agencia Espacial Europea (ESA) en colaboración con la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA), fue lanzada en 2018 y transporta dos sondas que ingresarán en órbita a finales de 2026 para estudiar Mercurio al menos durante un año.

Oscuridad y potencial de hielo

En su reciente sobrevuelo, BepiColombo cruzó el terminador, la región de Mercurio donde la noche se encuentra con el día. Este trayecto permitió a la nave capturar imágenes de alto contraste en áreas donde el Sol apenas se eleva, creando sombras que resaltan los detalles de la superficie.

La primera fotografía publicada muestra los bordes de los cráteres Prokofiev, Kandinsky, Tolkien y Gordimer, todos ellos en sombra permanente. Esta característica, combinada con la ausencia de atmósfera en Mercurio, convierte estas localizaciones en extremadamente frías, a pesar de las altas temperaturas que se alcanzan en otras partes del planeta, donde pueden superar los 450°C.

Desde un enfoque científico, uno de los hallazgos más emocionantes es la posible presencia de hielo de agua en estos cráteres, considerado un vestigio de impactos de cometas y asteroides, resguardado en la sombra durante millones de años. Durante la misión Messenger, se detectaron reflejos de radar que apuntaban a concentraciones de hielo en estos sitios, un aspecto que BepiColombo se propone confirmar durante su investigación.

Geología impresionante

Más allá de los cráteres cercanos al polo norte, las imágenes iniciales de BepiColombo también muestran la impresionante Borealis Planitia, una vasta llanura formada por eyecciones de magma hace aproximadamente 3,700 millones de años. Estas emanaciones de lava rellenaron cráteres antiguos, como los de Henri y Lismer, mostrando fracturas internas que indican la contracción de la superficie de Mercurio tras su formación.

La segunda imagen revela que las extensas llanuras magmáticas se extienden aún más. Incluye los cráteres Mendelssohn y Rustaveli, que también están cubiertos por flujos de lava. Además, se puede observar la enorme depresión conocida como Caloris, resultado del mayor impacto en la historia de Mercurio. Al igual que los grandes cráteres de la Luna, se manifiestan marcas radiales que evidencian su origen cataclísmico.

Una misteriosa formación brillante está presente en la parte superior de Caloris, resultado de la acumulación de lava antigua. Los científicos de la misión han expresado su interés en estudiar este fenómeno para entender su formación.

La juventud de Mercurio

A pesar de ser el planeta que menos luz solar refleja en el sistema solar (aproximadamente un 6%), el material del subsuelo expuesto por fenómenos geológicos o impactos muestra un brillo que va disminuyendo con el tiempo. Esto ofrece pistas sobre la edad de diversas regiones de la corteza de Mercurio. En una de las imágenes más reveladoras, destaca la Nathair Facula, que se considera el remanente de una explosión volcánica intensa que Mercurio pudo haber sufrido hace menos de 850 millones de años. También aparece el cráter Fonteyn, que presenta características radiales claras del impacto que lo creó, sugiriendo que su formación fue relativamente reciente, hace aproximadamente 300 millones de años.

Dualidad en la misión

BepiColombo transporta dos sondas que se separarán una vez que la nave nodriza establezca su órbita definitiva en Mercurio en 2026. La primera, el MPO (Orbitador Planetario de Mercurio, de la ESA), investigará el planeta siguiendo trayectorias de polo a polo, descendiendo hasta 480 kilómetros de altura, con el objetivo de determinar la composición del planeta y realizar un mapeo detallado.

La otra sonda, MMO (Orbitador Magnetosférico de Mercurio, gestionado por JAXA), también operará en una órbita polar, pero girando sobre sí misma a 15 revoluciones por minuto, centrándose en el estudio del campo magnético de Mercurio y su interacción con el plasma solar. Aunque cada dispositivo funcionará de manera independiente, la combinación de sus observaciones promete desvelar los secretos que aún se ocultan en el planeta más interior del sistema solar. ¡Prepárense para nuevas revelaciones! 📡🌌