Si te sientes constantemente cansado, arrastrándote de la cama cada mañana, luchando con el insomnio y la falta de apetito, puede que no estés sufriendo de la tradicional depresión. En realidad, podrías estar afectado por el Trastorno Depresivo Persistente (PDD), una condición que a menudo pasa desapercibida pero que afecta a un número alarmante de personas en todo el mundo.

El PDD se caracteriza por un estado de ánimo sombrío que puede durar años, presente la mayoría de los días y durante la mayor parte del tiempo. Según la doctora Nele Van de Velde, psiquiatra de la Universidad de Gante, este trastorno, reciente en términos diagnósticos, se ha integrado en el DSM-5, el manual fundamental que los profesionales de la salud mental utilizan para clasificar y diagnosticar trastornos.

Una mezcla de angustias

Este trastorno no solo incluye síntomas de la depresión leve a largo plazo, conocida como distimia, sino que también puede tomar formas más graves. Los estudios sugieren que la prevalencia de este trastorno oscila entre el 1% y el 6% de la población. Sorprendentemente, el PDD se manifiesta con mayor frecuencia en mujeres, siendo aproximadamente el doble de común que entre los hombres. Las razones detrás de esta disparidad son aún un misterio.

La doctora Van de Velde también señala que las personas diagnosticadas a menudo han experimentado dificultades significativas en su infancia, lo que podría contribuir a su predisposición a desarrollar este trastorno. Además, muchos de estos pacientes pueden padecer también otros trastornos, como trastornos de ansiedad o problemas de personalidad, y en algunos casos, pueden tener antecedentes de consumo de sustancias, incluyendo medicamentos.

Diferenciando el PDD

La identificación adecuada del PDD es crucial, ya que sus síntomas son más sutiles y menos severos en comparación con una depresión mayor. Sin embargo, la duración de los síntomas a menudo puede ser engañosa: el PDD puede ser incluso más complicado de tratar debido a su naturaleza persistente. Esto puede llevar a quienes lo padecen a sentirse atrapados en un ciclo de desánimo que les impide disfrutar de la vida, afectando sus relaciones y su calidad de vida.

La buena noticia es que, aunque el PDD puede ser un trastorno difícil de diagnosticar y manejar, hay tratamientos disponibles. Ya sea a través de terapia cognitivo-conductual, medicación o una combinación de ambos, buscar ayuda profesional es un paso vital hacia la recuperación.

No dejes que este trastorno continúe afectando tu vida. Si te sientes identificado con estos síntomas, considera buscar ayuda: hay recursos y personas dispuestas a ayudarte a afrontar este oscuro laberinto emocional. ¡No estás solo!