En un escalofriante giro de los acontecimientos en Gaza, Líbano y Yemen, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha reafirmado su mensaje de poder militar al declarar que “nadie está a salvo en Irán ni en el Oriente Próximo del largo brazo de Israel”. Este mensaje llegó justo después de que Israel llevara a cabo un ataque mortífero que resultó en la eliminación del líder de Hezbolá, Hasan Nasralá, y casi toda la cúpula de la organización.

Un día después, el ejército israelí anunció su “operación aérea a gran escala” que se extendió a 1,800 kilómetros de la frontera israelí, dirigidos contra los hutíes, un grupo rebelde de Yemen que es aliado de Irán y de la milicia palestina Hamás. Según el informe inicial del Ministerio de Sanidad hutí, al menos cuatro civiles perdieron la vida y 29 resultaron heridos en los bombardeos en Yemen, que marcan la segunda incursión de este tipo tras un primer ataque en julio.

Este nuevo ataque se produjo después de que los hutíes hicieran un intento fallido de derribar el avión de Netanyahu al regresar de la Asamblea General de la ONU en Nueva York. El misil fue interceptado gracias a los efectivos sistemas de defensa antiaérea de Israel, pero dejó claro que la tensión en la región está en aumento.

La operación de bombardeo israelí se centró en las regiones de Ras Isa y Hodeida, importantes zonas costeras controladas por los hutíes. Informes de los residentes indican que los ataques han causado cortes de energía generalizados en Hodeida, donde la escasez de recursos se agrava por el conflicto. Las fuerzas israelíes han apuntado a instalaciones críticas, como centrales eléctricas y un puerto, justo cuando los hutíes intentan introducir armamento iraní y otros suministros militares en la región.

En respuesta al ataque que acabó con Nasralá, Mahdi al Mashat, presidente del Consejo Político Supremo de los hutíes, declaró tres días de luto nacional en Yemen, alineándose con el eje chií de resistencia contra Israel. Este acto de solidaridad coincide con el luto que se observó en Líbano.

Los hutíes, que han controlado el 30% del territorio yemení, han sido acusados de establecer un régimen fundamentalista y llevar a cabo violaciones de derechos humanos sin precedentes. Recientemente, anunciaron una nueva “tercera frente” contra Israel, además de los conflictos activos en Gaza y con Hezbolá. Su creciente involucramiento en el conflicto, evidenciado por ataques regulares a barcos en el mar Rojo, llevó a Estados Unidos y al Reino Unido a bombardear instalaciones hutíes y desplegar fuerzas militares en la región.

La situación se complica aún más con la muerte de otros altos mandos de Hezbolá en el mismo ataque que acabó con Nasralá. El cuerpo del líder asesinado fue recuperado entre los escombros, y las autoridades israelíes estiman que el número total de bajas podría ser mucho mayor dada la devastación causada.

Mientras tanto, el ejército israelí ha mantenido su ofensiva en Líbano, donde se han reportado miles de muertes, incluyendo a 14 trabajadores de la salud en días recientes. Algunas áreas carecen de personas debido a la masiva ola de desplazamiento causada por los bombardeos diarios.

La tensión en el Oriente Próximo no muestra signos de desaceleración, y las repercusiones consecuencia de estos ataques podrían extenderse a otras naciones. Es un momento de gran incertidumbre y potenciales escaladas en la región, mientras todos observan los movimientos estratégicos que puedan suceder a continuación.