Elisa Mouliá, conocida actriz y defensora de los derechos de las mujeres, ha estado enfrentando una presión inmensa tras hacerse pública su denuncia contra el político Íñigo Errejón por presunto abuso sexual. Su valentía ha abierto un complicado debate en torno a las denuncias de agresiones en el ámbito político, y ha desencadenado reacciones tanto de apoyo como de rechazo. Mouliá fue pionera al ponerle nombre y rostro a las denuncias cuando otras mujeres anónimas también rompieron el silencio, compartiendo dolorosos relatos sobre experiencias similares con Errejón.

La actriz, quien alega que fue víctima de acoso y abuso durante una fiesta en 2021, ha visto cómo Errejón, ex portavoz de Sumar, ha rechazado las acusaciones, afirmando que son falsas y que ella actúa "de mala fe". Antes de que se hiciera pública esta situación, Errejón se había presentado como un firme aliado de la causa feminista, lo que ha generado aún más confusión y enojo en el público.

La presión mediática ha sido abrumadora y, como resultado, Elisa termina en el hospital buscando ayuda médica. A su salida, fue abordada por reporteros, y mientras lágrimas caían por su rostro, expresó: “No me encuentro bien”. Ella no quiso profundizar en su estado de salud, pero es evidente que la tensión que ha acumulado estos días, sumada a las críticas que ha recibido, la ha afectado profundamente.

La valiente decisión de Mouliá de denunciar ha generado un controversia considerable. Algunos defensores de Errejón la acusan de intentar socavar su carrera debido a la presión política y las implicaciones que esta denuncia conlleva. Sin embargo, Elisa continúa afirmando que su principal preocupación es la justicia y la verdad. "Ahora tengo miedo y estoy bastante impactada", comentó Mouliá, mientras espera que su abogada guíe la situación en el laberinto legal que ha comenzado.

Este episodio ha dejado en evidencia la complejidad de los casos de abuso, especialmente en el ámbito político, donde la lucha por la verdad y la justicia a menudo se enfrenta a obstáculos insalvables. Tal parece que la lucha por los derechos de las mujeres y el enfrentamiento a figuras de poder tiene un alto costo emocional.