En un juicio muy comentado, la justicia ha hablado. Este pasado julio, un juzgado en Valencia dictó una condena de 15 meses de prisión para Cristina Seguí, una figura conocida por sus posturas extremadamente controversiales. Su delito: humillar a una menor que había sido víctima de una violación en grupo en Burjassot. Seguí tuvo la audacia de difundir un video que la niña grabó con sus amigas, insinuando que la agresión nunca había ocurrido y que todo era una invención de la víctima.

Recientemente, la Audiencia Provincial de Valencia ha ratificado esta condena, además de obligar a Seguí a indemnizar a la joven afectada con 12.000 euros por el daño moral infligido. Esta es una decisión que marca un precedente en la defensa de las víctimas y el rechazo a la difusión de mensajes que sólo perpetúan el sufrimiento de quienes ya han pasado por experiencias traumáticas. Aunque el tribunal alcanzó un fallo mixto, absolviendo a Seguí de algunos cargos relacionados con el descubrimiento y revelación de secretos, la condena por la humillación a la menor se mantiene firme.

Según los informes, Seguí acompañó el video con comentarios degradantes, afirmando que la menor, en lugar de ser una víctima, estaba buscando atención y fama: “No es una niña de 12, sino de 15 o 16, el sexo fue acordado y consentido”, expressó. Estos comentarios no solo son irresponsables, sino que también son una grave travesura que añade más dolor a la situación de la víctima.

Los jueces no solo confirmaron la culpabilidad de Seguí, sino que también señalaron que ella había obtenido el video de manera cuestionable a través de la madre de un compañero de la menor. La difusión en Twitter se realizó con la intención explícita de menospreciar a la joven, lo que provocó un daño psicológico aún mayor tras la agresión sexual.

Este caso representa un avance en la lucha contra el acoso y la victimización secundaria, donde las víctimas son frecuentemente atacadas. Las reacciones de la sociedad son variadas, y muchos abogan por una mayor protección de las víctimas y el establecimiento de penas más severas para quienes perpetúan el sufrimiento mediante la humillación pública. En este contexto de creciente conciencia y apoyo a las víctimas, la condena a Cristina Seguí se siente como un rayo de esperanza en la búsqueda de justicia.