Ciencia

¿Fue irracional votar por Donald Trump? La psicología evolutiva tiene la respuesta inquietante

2024-12-25

Autor: David

El asombroso triunfo electoral de Donald Trump en las elecciones estadounidenses ha dejado perplejo a gran parte del mundo progresista. Muchos se preguntan: ¿cómo fue posible? Es indudable que una parte considerable de sus seguidores responde a preocupaciones específicas, como el impacto de la globalización y la inmigración no regulada, que han generado inseguridad en las clases trabajadoras y medias del país.

Sin embargo, a pesar de estos factores, muchos analistas se encuentran confundidos ante lo que perciben como un fenómeno de irracionalidad electoral que otorga apoyo a un personaje como Trump, que con frecuencia exhibe comportamientos moralmente cuestionables. La pregunta surge: ¿cómo es que sus votantes no reconocen estas características dudosas en su personalidad? ¿Por qué su voto permanece inalterable?

Steven Pinker, un reconocido psicólogo evolutivo de la Universidad de Harvard, argumenta que la aparente irracionalidad en el comportamiento electoral no se debe a errores lógicos en nuestra cognición o a la influencia de bulos y desinformación, sino a sesgos cognitivos profundos como el sesgo 'de mi lado'. Este sesgo lleva a las personas a aceptar más fácilmente los argumentos de su grupo y a rechazar los de otros.

Además, el razonamiento motivado juega un papel crucial al hacernos ignorar evidencias que contradicen nuestras creencias, buscando únicamente lo que refuerza nuestras ideas. Estos sesgos son fundamentales para sostener sistemas de creencias más amplios y míticos, como las religiones y los mitos nacionales, que actúan como relatos cohesionadores para las sociedades.

La evolución ha moldeado nuestras capacidades cognitivas para vivir en sociedades donde la cooperación, el intercambio y el aprendizaje cultural son esenciales. A través de interacciones emocionales intensas con un grupo relativamente pequeño, absorbemos convenciones, valores y normas de nuestro entorno, lo que forma nuestras percepciones de la verdad.

Esto nos enfrenta a una realidad perturbadora: los sentimientos que guían nuestro aprendizaje cultural pueden dotar de coherencia a creencias y prácticas sociales, incluso cuando son profundamente problemáticas. Esto explica cómo, a lo largo de la historia, numerosas personas han prosperado en sociedades marcadas por la esclavitud, el racismo y la discriminación.

Focalizándonos nuevamente en Trump, su éxito no debe ser visto meramente como una reacción tribal provocada por su oposición a los demócratas o a la inmigración, sino como un reflejo de una defensa de valores tradicionales arraigados. A pesar de sus errores, Trump ha sabido capitalizar lo que muchos conservadores estadounidenses consideran fundamental, a la vez que ha apelado a la urgencia y la verdad de estas creencias.

La democracia implica aceptar los resultados de las elecciones, por indeseables que sean, lo que nos lleva a no ignorar nuestras convicciones. Sin embargo, considerando la naturaleza contingente de nuestras creencias y la manera en que estas se forman culturalmente, es crucial no estigmatizar a quienes piensan diferente. Este enfoque no solo podría contribuir a una mejor convivencia política, sino que también parece necesario desde una perspectiva ética.

A largo plazo, es posible que un enfoque más comprensivo y menos polarizante mejore el funcionamiento democrático en la sociedad. La historia ha demostrado que una comunicación abierta entre diferentes puntos de vista, en lugar de la condena inmediatista, puede crear un espacio más valioso para el diálogo y la comprensión en nuestros tiempos divididos.