La Justicia federal de Argentina ha desatado una tormenta de escándalo al acusar al Opus Dei de reclutar, durante más de cuatro décadas, al menos a 44 mujeres, muchas de ellas niñas, para someterlas a condiciones de vida que se asemejan a la servidumbre. Este es un giro dramático en la historia de la organización religiosa, que hasta ahora había mantenido un perfil bajo frente a tales acusaciones.

La investigación, que comenzó en septiembre de 2022 bajo la dirección de la Procuraduría contra la Trata de Personas (PROTEX), culminó en junio de 2023 con una denuncia formal ante la justicia federal. Un grupo de seis altos funcionarios de la organización enfrenta indagatorias, una acción sin precedentes para la institución. Entre los implicados se encuentran figuras clave como los exvicarios regionales Carlos Nannei, Patricio Olmos y Víctor Urrestarazu, quienes tienen un papel significativo en la estructura del Opus Dei, así como Gabriel Dondo, quien lideró la rama femenina durante la mayor parte de este periodo oscuro.

El caso se complica aún más con la inclusión potencial de Mariano Fazio, un exvicario que actualmente reside en Roma y podría ser un conocido candidato para liderar la organización en el futuro. Los testimonios de quienes han logrado escapar del Opus Dei presentan relatos escalofriantes de coerción, manipulación y explotación. Uno de los casos más alarmantes es el de M.I.E., quien estuvo atrapada durante 31 años en este sistema.

M.I.E. conoció el Opus Dei a los 17 años, cuando viajó desde Bolivia a Buenos Aires en busca de oportunidades educativas. Sin embargo, lo que parecía ser una promesa de educación se convirtió rápidamente en su peor pesadilla. Las jóvenes eran obligadas a realizar tareas domésticas, asistir a rituales y ceñirse a estrictas normas de conducta. Sus apuestas por la libertad fueron sistemáticamente frustradas por la organización, que usó tácticas de manipulación psicológica y aislamiento, atrapándolas en un ciclo de dependencia y obediencia.

Informes detallados indican que la organización utilizaba un modus operandi cuidadosamente elaborado para atraer a niñas y adolescentes bajo la apariencia de educación y formación profesional, pero en la práctica, eran despojadas de sus derechos y sometidas a un control severo. Este sistema de reclutamiento engañoso se remonta a más de 50 países, donde las prácticas similares han empezado a emerger.

El clamor por justicia se intensifica a medida que mujeres de Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia se unen para denunciar sus experiencias, exigiendo que el Opus Dei sea responsabilizado a nivel internacional. Organizaciones de derechos humanos y la comunidad en general están observando de cerca este caso, que podría marcar un hito en la lucha contra la trata de personas y la explotación laboral en instituciones religiosas.

A medida que las pruebas se acumulan y el escándalo se expande, muchos se preguntan: ¿será el Opus Dei capaz de superar esta crisis, o se desmoronará bajo el peso de las evidencias y los testimonios? Las mujeres afectadas, habiendo soportado años de sufrimiento, ahora se preparan para buscar la justicia que tanto merecen. ¡El mundo observa y espera!