Mundo

'Exiliadas': el poder del relato femenino chileno en el contexto del exilio

2024-12-18

Autor: Carmen

El relato del exilio femenino chileno

En una profunda exploración sobre el exilio, la profesora de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense, nos lleva a conocer el trabajo que dio vida al documental "Exiliadas". Durante más de cinco años y en medio de la pandemia, investigó las historias de mujeres chilenas que sufrieron el desarraigo, viajando a países como Argentina, Canadá, México, Suecia y Noruega para recopilar sus valiosos testimonios.

Una de las diferencias clave entre el exilio de los hombres y el de las mujeres es la construcción del relato. Mientras que muchos hombres narran sus experiencias desde una perspectiva de heroicidad y militancia política, las mujeres se ven atadas a responsabilidades que van más allá de la política: cuidar de sus hijos y aprender nuevos idiomas para adaptarse a sus nuevos entornos. Este pragmatismo y enfoque en la supervivencia marcan una diferencia radical en sus relatos.

Pregunta: ¿El exilio es una violación de los derechos humanos?

La profesora Espinoza afirma que sí, y subraya la importancia de reconocer el exilio como una violación de derechos humanos en el derecho internacional. Aunque no se equipara en gravedad a la ejecución o tortura, el hecho de ser expulsado del país y perder la conexión con la familia y el hogar transforma drásticamente la vida de las personas. Considera esencial que futuras comisiones de verdad incluyan el exilio en sus procesos de recuperación de la memoria.

El testimonio de las mujeres chilenas exiliadas también se ha expresado a través de la escritura. Muchas han descubierto la escritura como una herramienta terapéutica, utilizando géneros como la poesía, la novela y la autobiografía para contar sus experiencias. Su voz, aunque a menudo relegada, está creando un legado significativo para las generaciones futuras.

La construcción de arpilleras, populares durante la dictadura, también representa un acto de resistencia. Las mujeres, en medio del horror de los centros de detención, empezaron a bordar como una forma de expresar su dolor y dejar testimonio de las violaciones a los derechos humanos. Estas obras, que retratan escenas de sufrimiento y resistencia, adquirieron un valor simbólico inmenso y fueron vistas por la dictadura como una amenaza.

La posibilidad de tejer juntas no solo crea un espacio íntimo para compartir experiencias, sino que también permite sanar las heridas colectivas. En muchos sentidos, la práctica de reunirse para coser y hacer arte es un acto de resistencia y memoria, fortaleciéndose a través de la historia.

El papel de las nuevas generaciones

El papel de las nuevas generaciones es igualmente relevante. Las hijas y nietas de estas mujeres a menudo se sienten atraídas por la necesidad de recordar y reconectar con sus raíces. Aunque la segunda generación tiende a querer olvidar, la tercera está motivada por la curiosidad hacia la historia familiar.

Desde 1988, con la posibilidad de regresar a Chile, muchas de estas mujeres optaron por permanecer en el exilio. Las razones son múltiples, desde la falta de conexión de sus hijos adolescentes con Chile hasta la decisión consciente de no empezar de nuevo en un entorno que ya no se parecía al hogar que habían dejado atrás. Este sentimiento se refleja en una resistencia a ser arrastradas de vuelta a un país que se transformó radicalmente bajo un régimen neoliberal.

Finalmente, la exiliadas chilenas no solo han reconstruido sus vidas, sino que han jugado un papel vital en el escenario político, llevando consigo sus historias de resistencia y lucha por la justicia. Su legado no debe ser olvidado, ya que es un recordatorio del poder de la voz femenina en la transformación social y política.